¿Cómo impactan los avances tecnológicos en el quehacer académico y universitario?

Ante la creación de tecnologías como ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial, surgen preguntas que tocan dimensiones éticas, aprendizaje y evaluación de competencias en los futuros profesionistas. Frente a estos nuevos escenarios, ¿qué nos toca hacer como docentes?

Por Ninfa Pérez
Coordinadora de Innovación, Desarrollo y Exploración Académica

¿De qué modo las nuevas generaciones de estudiantes están cuestionando sus procesos de aprendizaje en el contexto del uso de la inteligencia artificial? ¿Cuáles son las implicaciones éticas que hay detrás del uso de estas herramientas digitales?

Estas y otras preguntas han surgido con mayor fuerza en tiempos recientes. En particular, fueron tema de diálogo para esta nota con los profesores Francisco Cervantes y José Luis Elvira, del Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática (DESI) del ITESO. Ambos académicos acompañan y coordinan asignaturas relacionadas con la inteligencia artificial, aprendizaje profundo, aprendizaje automático, minería de textos, sistemas operativos, programación y diseño de estructura de datos.

Un ejemplo contundente de cómo las herramientas digitales de inteligencia artificial han ido ganando terreno es el software ChatGPT, agente especializado en diálogo que «puede responder preguntas complejas y desarrollar, por ejemplo, un programa para Java que ordene mil números o que elabore un ensayo o escrito de hasta 60 mil palabras con ciertos énfasis elegidos sobre perspectivas particulares», comentó el profesor Francisco Cervantes.

Esto mismo sucede con la herramienta GitHub Copilot, basada también en inteligencia artificial, la cual permite generar códigos de programación en lenguajes como C o Python, con un alto nivel de precisión.

Las inquietudes que surgen con el uso de estas tecnologías alcanzan distintas dimensiones, como la ética, las estrategias docentes para el diseño y acompañamiento de situaciones de aprendizaje, y la evaluación de las competencias que se pretenden desarrollar en los futuros profesionistas. Al respecto, los profesores se preguntan si el tipo de actividades de aprendizaje que se les proponen, por ejemplo, a los estudiantes de ingeniería, podrían estar promoviendo el uso innecesario de estos agentes, cuando los emplean para resolver tareas triviales o mecanizadas. Los académicos reconocen que actualmente resulta complicado identificar con precisión si un código o texto —incluso una tesis— fueron elaborados por un estudiante o por un agente de inteligencia artificial.

Los profesores también reflexionaron acerca de si el tipo de evaluación utilizada hasta ahora –como exámenes, ya sea presenciales o en línea– resulta congruente con los retos actuales. En este sentido, consideran que los docentes deberíamos estar acompañando situaciones de aprendizaje donde se conjuguen las competencias de las personas con acciones concretas, creativas, de reflexión y análisis, donde también se ponga a prueba su capacidad para resolver situaciones o problemas específicos. Todo esto con el fin de que se garantice un dominio mínimo en sus respectivas disciplinas para futuros desempeños laborales en su profesión.

Además, pueden aprovecharse este tipo de tecnologías para dar seguimiento al proceso de aprendizaje de los estudiantes mediante algún diseño de estrategias. Por ejemplo, a través de analíticas de datos que muestren con detalle la trayectoria de cada estudiante, armar planes de estudio completos —con base en las particularidades, intereses y necesidades de aprendizaje de los involucrados—, así como personalizar recursos a partir de las oportunidades y necesidades de aprendizaje identificadas. Estas acciones nos encaminarán a ofrecer un sistema más oportuno de asesorías; incluso podemos apoyarnos, como primer contacto, en agentes de inteligencia artificial que resuelvan de primera mano dudas sencillas, entre otras acciones que brinden apoyo a nuestra comunidad universitaria.

Ahora bien, así como existen estas herramientas y posibilidades para apoyar y potenciar el aprendizaje, los profesores hacen hincapié en la otra cara de la moneda: con el uso de este tipo de tecnología se debe poner atención a asuntos éticos relevantes. Por ejemplo, cabe preguntarse de dónde toman los datos estos agentes para generar propuestas de soluciones a algún problema. El profesor Francisco Cervantes lo señaló de este modo: «La manera de llegar a las grandes cantidades de datos no siempre es transparente».

Asimismo, surgen preguntas sobre las brechas digitales derivadas de la inteligencia artificial: para los países en vías de desarrollo el acceso a estas herramientas es muy costoso, por eso las naciones con economías más sólidas son las primeras en dominar su uso. Como experiencia particular en nuestro contexto, los académicos señalaron que actualmente no existe, fuera de los países de primer mundo, la capacidad de hardware propio ni datos en el idioma español para desarrollar este tipo de artefactos tecnológicos; por tanto, los estudiantes tendrían que migrar a otros países para desarrollar este tipo de tecnología. Del mismo modo, agregaron que en algunas asignaturas del ITESO se diseñan modelos de estas herramientas, pero no han tenido la posibilidad de desarrollarlos por completo.

A los aspectos antes mencionados se suman otras preocupaciones como las consecuencias de implementar el código abierto en un desarrollo de software, los riesgos de seguridad, y el mal uso que se le puede dar a la inteligencia artificial. O bien, una más específica, como la de definir los límites del plagio: ¿dónde comienza y cómo se identifica? Pues es sabido que herramientas como ChatGPT ya han sido aceptadas como autores en artículos académicos.

¿Y las nuevas generaciones de estudiantes?

El profesor José Luis Elvira mencionó que para los estudiantes es un desafío la cantidad de información a la que pueden acceder de forma inmediata y que esto se refleja, incluso, en un declive en la consulta de libros de texto. Del mismo modo, los profesores identificaron varios retos con el regreso a las clases presenciales luego del encierro forzado derivado de la pandemia por el COVID-19. Ahora hay estudiantes que cuestionan cada vez más las estrategias de aprendizaje empleadas en el aula, en el trabajo en equipo y en los exámenes como método de evaluación.

Ante esta realidad, el profesor José Luis Elvira desarrolló –durante el periodo de la pandemia– una estrategia que consistió en la creación de videos en un canal de Youtube con el objetivo de facilitar el proceso de aprendizaje de los estudiantes de ingeniería. Actualmente, cuenta con más de 3 mil 700 seguidores de diversos países.

Su apuesta fue generar videos cortos y animados, con una explicación concreta de un tema o concepto de clase, que ofrece la posibilidad de volver a ellos las veces que resulten necesarias. Esto, a su vez, reduce la necesidad de brindar asesorías en persona y favorece la comprensión de temáticas complejas, según comentó el profesor.

Finalmente, el aprovechamiento de estos materiales en la modalidad presencial implica estrategias en el aula para la reflexión conjunta de los videos, así como la posibilidad de revisarlos de manera independiente para reforzar los aprendizajes de clase.

Y tú, ¿te has preguntado cuáles retos e impactos identificas en tu labor académica a partir de los avances tecnológicos?