Mujeres al frente de la investigación en movilidad humana

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Karina Arias, Adriana González e Iliana Martínez son las investigadoras que lideran los proyectos en torno a la movilidad humana. Juntas comparten la necesidad de ver y entender la migración desde una perspectiva de género.

La migración es un tema que nos involucra a todos. Mujeres, hombres, niñas y niños sufren los efectos que los desplazamientos humanos y la búsqueda de una mejor calidad de vida tienen en sus poblaciones. Por esto, desde hace más de una década, en  la agenda de movilidad humana del ITESO se materializó el Programa de Asuntos Migratorios (PRAMI) como un esfuerzo articulado de investigación y vinculación para estudiar e incidir, con una perspectiva de derechos humanos, en las dinámicas migratorias.  

Tanto el PRAMI como los proyectos académicos derivados de él y desarrollados en paralelo, han sido liderados principalmente por mujeres. Así, Karina Arias, Adriana González e Iliana Martínez, académicas a cargo de las investigaciones en movilidad humana del ITESO, comparten en esta entrevista el camino recorrido, los aprendizajes y la necesidad de ver y entender la migración desde una perspectiva de género.

Adriana González Arias, académica del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos.

La visibilización de la mujer en la migración

La presencia de las mujeres en el ámbito académico y de investigación sobre movilidad humana ha promovido nuevas perspectivas que priorizan otros modos de entender esta problemática social. «Ha habido un gran salto en los estudios de la migración», señala Adriana. Y añade: «Antes se hablaba solo de causa-consecuencia, y la mayoría de los autores eran hombres».

Esta tendencia, afirman las académicas, limitó durante muchos años los estudios sobre migración en el país. Por un lado, estas investigaciones la caracterizaban como un fenómeno exclusivo de hombres, debido a que son el grupo demográfico que tiene mayor índice de movilidad de sus países. Por otro lado, se pasaban por alto todas las responsabilidades que debían asumir las mujeres ante la ausencia masculina y los efectos negativos que impactaban en sus familias: «Algo que pasaba mucho en el campo es que solo se miraba la migración de hombres porque ellos eran los contratados, pero si ibas a los campos, estaban trabajando el hombre, la mujer y el niño o niña que los acompañaba», explica Karina.

La realidad migratoria también involucra a mujeres, niñas y niños que en muchas ocasiones tienen que acompañar a sus padres en la travesía para trabajar en las mismas condiciones que los varones; sin embargo, su participación pierde relevancia, debido a que exclusivamente los hombres son quienes reciben la contratación y el pago. «Cuando comenzamos a trabajar en otras áreas fuera de la ayuda humanitaria, en las estadísticas se empezó a incluir la perspectiva de género y la participación de las mujeres, algo que antes no se veía pertinente», explica Karina, y añade: «Siempre ha habido mujeres en la migración», afirma Iliana: «Siempre estuvieron ahí, pero ahora se ven desde una mirada de género mucho más amplia».  Esto fomentó que el tema se estudiara desde una perspectiva más completa que abarca más factores sociales: «Estamos mirando la realidad en su complejidad, y antes eso no sucedía», señala Adriana.

Aunado a lo anterior, se ha resignificado y expandido el rol que desempeñan las mujeres en relación con la ayuda y atención que brindan a las personas en situación de movilidad. Ahora ya se visibiliza la labor de las defensoras de derechos humanos que trabajan en el contexto migratorio. «Tradicionalmente el rol de las mujeres se solía mantener en la ayuda, ordenar la ropa, hacer la comida… Creo que desde el trabajo del ITESO ha sido trascender eso, demostrar que las mujeres también pueden tener un trabajo más académico e informado y que pueden posicionar una agenda de derechos humanos. Esa siempre ha sido una forma de trabajo del PRAMI», afirma Karina.

Karina Arias Muñoz, académica del Centro Universitario de Incidencia Social.

Otra aportación impulsada por mujeres a la agenda migratoria fue la atención psicosocial a las poblaciones, y que constituye una parte fundamental de la defensa de sus derechos humanos. Este tipo de atención fortaleció y profesionalizó su práctica con espacios consolidados. Ahora hay psicólogas trabajando de forma permanente en centros de migrantes: «Antes no se hablaba de atención psicosocial. Había muy pocos albergues y era solo la ayuda humanitaria, luego llegó la asistencia legal y después la atención psicosocial», explica Karina.

Tras la incorporación del enfoque feminista en la investigación sobre los fenómenos migratorios, se reflexiona más sobre el cuidado de las personas; además, se exploran con mayor detalle las sensaciones y pensamientos en torno a sus vivencias. Para los análisis migratorios, las personas en movilidad dejaron de ser vistas solo como una estadística y comenzaron a entenderse como seres humanos con historias propias. «Cuando las mujeres investigadoras participan en la parte teórica se incluye el aspecto cualitativo de las subjetividades de la realidad. Es importante cómo esto aporta a las transformaciones de la realidad y al análisis mucho más puntuales y específicos», comenta Adriana.

Iliana Martínez Hernández Mejía, académica del Centro Universitario de Incidencia Social.

Un camino difícil, pero acompañado 

Karina, Adriana e Iliana concuerdan que el apoyo mutuo y la constante retroalimentación entre las tres ha sido vital para seguir avanzando: «Ha sido un trabajo muy pesado que te dan ganas de decir:  ‘yo llego hasta aquí’. Pero es algo que tenemos que trabajar juntas porque si no nos atoramos. Nos damos fuerza porque somos motor para nosotras mismas», explica Adriana. La trayectoria que comparten ha forjado fuertes lazos de compañerismo que las impulsa a seguir adelante: «Es un equipo en el que te puedes sentir cobijada. Si yo no puedo, les pido ayuda, se favorece la confianza y la relación de trabajo. Te permite plantear propuestas, idear, opinar, sumar», comparte Karina. 

Este trabajo en equipo también ha incluido colaboraciones con otras instituciones, organizaciones de la sociedad civil, dependencias gubernamentales y la participación de becarias, alumnas y voluntarias (algunas de estas trabajan de manera formal en áreas relacionadas con la migración). «Es un trabajo en red, en diálogo, en construcción, con apertura y paciencia para construir esos tejidos. La tarea del PRAMI es de articular y vincular», menciona Iliana, y agrega: «Lo que nos mueve es que todas estamos comprometidas con el tema y vamos en el mismo sentido».

«Esa relación que hemos generado con otros grupos y redes que nos ven como un bloque mucho más fuerte, sistemático, congruente y con una postura institucional clara, nos podemos presentar como un equipo», complementa Adriana.  

El trabajo que se suma a la participación y opiniones de todas las involucradas es lo que ha permitido su crecimiento y desarrollo en proyectos con alcances cada vez mayores, como el actual proyecto de investigación: Movilidad humana por la ruta Centro- Norte del Occidente de México: Vulnerabilidades, alternativas y políticas públicas. «Va en el sentido de la complementariedad». Cómo trabajando en paralelo lo académico, la vinculación, la incidencia y la docencia, podemos generar un proyecto más completo», explica Adriana.  «El proyecto de investigación que estamos haciendo juntas es la culminación de eso. Es el resultado de muchos años de ir tejiendo, construyendo y cosechando nuestro trabajo», concluye Iliana.