¿Alguna vez te has preguntado cómo se produce el conocimiento? ¿desde dónde y hacia quiénes? ¿está el conocimiento siendo utilizado para el servicio de la sociedad? Estas preguntas son fundamentales si pensamos en el rumbo que orienta a la investigación y si su objetivo realmente es mejorar la calidad de vida de la sociedad. Es aquí donde hablamos de la economía política del conocimiento, una mirada crítica que analiza cómo se producen y distribuyen los saberes generados desde las instituciones de educación superior y centros de investigación.
Sobre este tema girará la próxima edición de los Diálogos de la Investigación, un punto de encuentro entre profesores, investigadores y coordinadores para reflexionar sobre la labor investigativa de la universidad y su vinculación con los programas de posgrado. Durante la mañana del próximo jueves 17 de noviembre, el diálogo iniciará en torno a las ideas planteadas por el Dr. Francesco Maniglio, investigador que trabaja con temas de sociología del conocimiento y comunicación, y quien enfatiza que por lo regular los saberes generados desde las instituciones se concentran en países globalizados, al ser estos quienes principalmente producen, distribuyen y aplican el conocimiento para resolver sus propias problemáticas. «Esta vez quisimos darle un giro al evento, y pensamos que el trabajo del Dr. Maniglio podría ayudar a abrir el diálogo y la reflexión en torno al conocimiento, su generación y distribución», explica Marissa Michel, coordinadora de Investigación.
Las universidades, al ser el lugar donde se forman los nuevos talentos que harán investigación, juegan uno de los papeles más importantes en la producción del conocimiento. Sin embargo, un problema recurrente en Latinoamérica es la manera en que los recién formados investigadores son separados de sus contextos y requeridos para atender necesidades de países globalizados, limitando el potencial para resolver otras problemáticas sociales de su propia región. Por ello, la reflexión de esta primera parte de los diálogos buscará pensar en la responsabilidad que tenemos desde la universidad para que la labor de investigación aporte a un beneficio más amplio de la población y a la solución innovadora de problemáticas sociales.
La segunda parte del evento abarcará tres mesas de diálogo pensadas para identificar cuáles son las prácticas de la universidad que vinculan a la investigación con el posgrado, desde tres dimensiones: en la primera mesa dialogarán sobre cómo se genera desde los grupos de investigación; en la segunda mesa desde el tema de las redes de investigadores; por último, en la tercera mesa se conversará sobre la relación de la investigación con la docencia.
Además, un aspecto relevante de esta edición es que se realizará de manera presencial por primera vez desde el comienzo de la pandemia, devolviendo así la oportunidad de un encuentro cara a cara que enriquezca el intercambio de ideas, opiniones y colaboraciones para los proyectos de investigación de la universidad. «Creemos que, al estar dialogando en una mesa de forma presencial con los profesores, investigadores y los coordinadores de posgrado el resultado sea más rico y positivo» comenta Marissa.
A lo largo del trabajo en estás mesas se busca distinguir las prácticas que han funcionado de aquellas que no, e ir visualizando los escenarios ideales y acciones a futuro para impulsar la labor investigativa a la par de los beneficios que tienen los programas de posgrado. «Debemos pensar cómo queremos que sea la articulación, cómo pueden colaborar la investigación y el posgrado en beneficio para todos».