La investigación como manifestación de un apostolado intelectual

Avatar de Entre Saberes

La tradición investigativa del ITESO se refleja en la vocación crítica de su docencia y de sus acciones en vinculación, así como en su apuesta por una construcción de conocimiento científico basada en el diálogo.

La generación, custodia y difusión de conocimiento ha sido un elemento esencial en la labor de la Compañía de Jesús a lo largo de su historia. Este apostolado intelectual, como le denomina el padre Arturo Sosa, S.J., superior general de los jesuitas,1 nace en el siglo XVI con los primeros colegios y universidades establecidos por la orden en Europa y se ha multiplicado en todo el mundo gracias a las diversas obras educativas y sociales desarrolladas por los jesuitas en los cinco continentes.

El apostolado intelectual conlleva el acompañar procesos de crecimiento y de transformación, acorde a las personas, lugares y tiempos, según decía Ignacio de Loyola. En el ITESO encuentra un terreno fértil para manifestarse y para actualizarse conforme las condiciones específicas de nuestra comunidad. Por ello, considero relevante que reflexionemos sobre la importante tarea que realizan las y los académicos de la universidad a partir del influjo particular que esperamos impulsar desde la identidad ignaciana.

Para la Compañía de Jesús, el apostolado intelectual que le ha sido encomendado tiene cuatro rasgos principales. El primero, en línea con el pensamiento de San Ignacio, resalta la importancia de generar conocimiento en contacto directo con las personas, sus problemas y sus asuntos de interés. Esto implica que la labor intelectual que buscamos promover en el ITESO debe realizarse en el mundo y llevarse a cabo fuera de sí misma. En este esfuerzo, esperamos que cualquier proceso de generación de conocimiento abone a la construcción de una sociedad más justa y digna para las personas.

El segundo rasgo de este apostolado tiene que ver con la sensibilidad especial que debe mostrar la investigadora o el investigador de una universidad jesuita ante los padecimientos de las personas y las comunidades. Esta orientación evangélica se concreta en el ineludible vínculo que debemos construir entre los seres humanos y nuestro Dios a través de la justicia, la dignidad y el amor.

El tercer rasgo está relacionado con la colaboración y el diálogo como pilar de la actividad intelectual. Esto también es una característica de la pedagogía ignaciana, que nos invita a que incitemos la conversación constructiva entre culturas como terreno desde el cual construir aprendizaje y, por ende, conocimiento. En esta lógica, es indispensable que la investigación se realice con apertura de mente y con amplitud de miras, para acoger las diferencias de pensamiento con el ánimo dispuesto al enriquecimiento mutuo.

Finalmente, el apostolado intelectual es una misión que se debe realizar como un servicio. Dice atinadamente el P. Arturo Sosa que esta labor «no busca el reconocimiento ni la gloria de las personas o las instituciones»,2 sino que se supedita al bienestar de todas y todos, con especial inclinación por quienes sufren y padecen condiciones de vida indignas, marcadas por el abandono y la injusticia, acallados por estructuras e instituciones que no les permiten tener una vida libre y plena.

El ITESO es una universidad orgullosa por su larga tradición investigativa, que no solo se refleja en la vocación crítica de su docencia y de sus acciones de vinculación, sino también en la apuesta por una construcción de conocimiento científico basada en el diálogo entre culturas académicas diversas. Los 10 programas de investigación que actualmente están en operación son el resultado del esfuerzo de comunidades interdisciplinarias de profesoras y profesores que se han dado a la tarea de identificar objetos de estudio comunes, en torno a los cuales giran problemas concretos acerca de los cuales se indaga y buscan soluciones.

Estos programas albergan proyectos de investigación en los que ocurren otros diálogos igual de relevantes: con actores de la sociedad civil, con empresarios, con funcionarios públicos de todos los niveles y con pares académicos de México y del mundo. En ocasiones, estos intercambios pueden generar debates y controversias que terminan por empujar las fronteras del propio conocimiento, reformular los marcos de referencia que tenemos y afianzar la orientación específica que le damos al conocimiento producido.

Considero, pues, que esta es la principal fortaleza y también el horizonte que no debemos perder de vista en nuestras actividades de investigación: apostar decididamente a una construcción de conocimiento dialógica, comprometida, contextualizada y con vocación de servicio. En este reto, tengamos presente todo el tiempo que debemos poner el mismo empeño en la búsqueda del creciente tesoro del conocimiento humano sin perder de vista la pregunta del «para qué del conocimiento».3

Referencias:
1 Sosa, Arturo. «El Apostolado Intelectual, infaltable en la misión de la Compañía de Jesús», en Intercambio, núm.38, 2017, pp. 30-32. Disponible en https://intercambio.pe/el-apostolado-intelectual-infaltable-en-la-mision-de-la-compania-de-jesus/ 
2 Ibidem, p.32.
3 Compañía de Jesús. Congregación General 34, Decreto 17: La Compañía y la vida universitaria, realizada en Roma del 5 de enero al 22 de marzo de 1995.