El contacto humano es trascendental en los procesos de enseñanza–aprendizaje. Aunque la pandemia hizo patente que es posible transformar las prácticas pedagógicas y sustituir los espacios físicos por aulas virtuales, también dejó en claro que la relación entre educador y educando fluye mejor cuando es directa en un escenario presencial.
La UNESCO y la UNICEF coinciden en que la presencialidad reporta muchos beneficios para las y los estudiantes. También para el cuerpo docente. A los primeros, les ayuda a desarrollar y fortalecer los vínculos sociales y emocionales, gracias a la convivencia pacífica, el encuentro y el apoyo mutuo que se da en los salones, escuelas o campus, en los que tienen un espacio seguro y adecuado para la recreación y el estudio.1 Además, tienen la oportunidad de compartir fácilmente experiencias, reflexiones, consultar dudas, acceder a opiniones o ejemplos de los profesores y otros compañeros de manera directa, lo que les permite obtener una mayor comprensión de las materias curriculares y del mundo que les rodea.
En tanto que la convivencia en las aulas posibilita a las y los profesores dar un seguimiento más cercano a los alumnos e identificar a quienes necesitan apoyo especial, tanto en el aspecto personal como en el aprendizaje, para diagnosticar «con mayor precisión los problemas que enfrentan y las estrategias pedagógicas que conviene implementar como colectivo docente».2 A la par de que tienen la oportunidad de trasmitir algo más que contenidos académicos, como actitudes, formas de ver y de abordar la vida, que enriquecen el bagaje sociocultural de sus estudiantes.
La presencialidad es de especial relevancia para las instituciones educativas a cargo de la Compañía de Jesús. «San Ignacio coloca claramente el ejemplo personal del profesor por delante de su ciencia o de su oratoria, como un medio apostólico para ayudar al alumno a crecer en los valores positivos», nos recuerda el padre Peter Hans Kolvenbach, S.J., quien fuera superior general de los jesuitas.3
De hecho, el Paradigma Educativo Ignaciano se basa en la fe que es escuela de confianza discernida y en una atención personalizada por el individuo, la alumnorum cura personalis, pues a lo largo de casi medio milenio de tradición educativa, en la Compañía de Jesús se ha corroborado que la experiencia directa, que «suele ocurrir en las relaciones interpersonales tales como conversaciones o debates, hallazgos en el laboratorio, trabajos de campo, prácticas de servicio social, actividades deportivas, u otras cosas semejantes», por lo general «es más fuerte y afecta más a la persona».4
La atención individual, además de volver sensibles a los profesores respecto de lo que realmente puede ayudar al aprendizaje y la madurez humana,5 favorece la adquisición de hábitos permanentes de estudio, la intensidad de la experiencia educativa y «la comprensión reflexiva más allá del propio interés y los criterios para la acción responsable».6
Tras dos años de confinamiento obligado por la pandemia de COVID-19, el regreso a clases presenciales es una oportunidad para retomar el contacto directo con los alumnos y colegas. También para impulsar la atención personalizada desde las plataformas digitales, así como para revisar las prácticas educativas tradicionales e incorporar los recursos y dinámicas docentes que funcionaron bien en las clases a distancia.
Debemos encontrar la fórmula adecuada que nos permita combinar las innovaciones educativas derivadas de la pandemia con los métodos o modelos formativos previos, para ofrecer una educación integral que, a través de la conformación de comunidades educativas, responda a los desafíos del siglo XXI.
Como señaló el padre Pedro Arrupe, S.J., a finales del siglo XX: «la adaptación de las estructuras a las nuevas condiciones, son indispensables»7 para formar a «los hombres y las mujeres nuevos, equilibrados, de servicio evangélico, abiertos a su tiempo y al futuro»8 que requiere el nuevo milenio.
Notas al pie:
1 UNESCO. «Posicionamiento de la UNESCO en México sobre el regreso a clases presenciales», 1 de septiembre de 2021. Recuperado de https://es.unesco.org/news/posicionamiento-unesco-mexico-regreso-clases-presenciales
2 Idem.
3 Kolvenbach, P.H. «La pedagogía ignaciana hoy. Discurso a los participantes del grupo de trabajo sobre ‘La pedagogía ignaciana: un planteamiento práctico‘», en Villa Cavalleti, 29 de abril de 1993. Recuperado de https://pedagogiaignaciana.com/biblioteca-digital/biblioteca-general?view=file&id=10:la-pedagogia-ignaciana-hoy&catid=8
4 Consejo Internacional de la Educación de la Compañía de Jesús. Pedagogía ignaciana: un planteamiento práctico, ITESO, Tlaquepaque, 2001, p.34
5 Ibidem, p.13.
6 Ibidem, p.43
7 Arrupe, P. «Nuestros colegios hoy y mañana», alocución en el Encuentro Internacional de Educación, Curia General de los Jesuitas, Roma, 10 de septiembre de 1980, n.29.
8 Klein, L.F. Educación jesuita: tradición y actualización [Libro electrónico], CPAL, 2020, p.4.