Por Valeria Parra Gregory
Coordinadora docente de comunicación oral y escrita
“Maestra, yo sé lo que quiero decir, pero cuando me siento a escribirlo, me paralizo frente a la hoja en blanco”, me dijo una estudiante en clase, un poco decepcionada, luego de leer mis comentarios a su entrega. La entendí de inmediato; yo también estuve en su lugar cuando era alumna, y claro, también me ha pasado en el ámbito profesional. Darle cause a las ideas que revolotean en la cabeza no es sencillo, y hacerlo bajo las exigencias académicas resulta especialmente retador.
Por eso, el Departamento de Lenguas ofrece a toda la comunidad universitaria el servicio de tutorías: sesiones personalizadas en las que estudiantes con más experiencia apoyan a sus pares para que puedan mejorar sus habilidades de escritura.
Dafne Carrillo Uribe está concentrada, mostrándole a la tutora los avances de su ensayo. Siempre mantiene el control del mouse: señala ideas, resalta otras y hace preguntas. Están trabajando en una de las mesas del HUB de Lenguas, aunque la primera vez que Dafne asistió, pensó que sería como una clase extra, en un salón, con profesoras y más estudiantes.
La tutora responde sus preguntas y también le plantea otras, no para evaluarla, sino para comprender mejor sus ideas y ayudarla a expresarlas con claridad, para que otros también puedan entenderlas. Trabajan juntas, aunque el control del texto —como sucede con las ideas— lo tiene la estudiante.
Durante unos 50 minutos conversan. La estudiante escribe, borra, copia y pega; reorganiza sus ideas hasta sentirse satisfecha con el resultado. La tutora la guía en ese proceso: le ofrece opciones, sugiere herramientas y resuelve sus dudas. Al cerrar el archivo, Dafne ya tiene claros los pasos que debe seguir para terminar el texto por su cuenta, así como varias estrategias y herramientas que podrá aprovechar para aplicar en futuras escrituras.
“Al principio, escribir en la universidad me costó. Se me complicaba porque en la prepa hacía exámenes, pero no redactaba tanto. No había muchos ejercicios para plasmar mis ideas. Ahora que estoy estudiando comercio, me di cuenta de que tengo las ideas, pero me cuesta expresarlas. Yo las escribía, pero me entendía solo yo. Entonces una profesora me sugirió asistir a las tutorías”, explicó Dafne al terminar su sesión.
Como Dafne, es común que los estudiantes universitarios enfrenten dificultades al organizar sus escritos, argumentar con claridad o buscar información confiable. Si tú también has tenido problemas al planear o editar tus textos, no estás solo.
Aunque estas dificultades suelen atribuirse a carencias en la educación previa, investigaciones como las de Paula Carlino demuestran que la escritura universitaria plantea sus propios retos. Implica adaptarse a nuevas convenciones —algunas de ellas específicas de cada disciplina— que los estudiantes deben ir aprendiendo con el tiempo. Por esto, incluso si en la preparatoria tuviste buenos resultados, escribir reportes, ensayos, reseñas o informes en la universidad puede resultar desafiante.

Beneficios para estudiantes y tutoras
No importa si apenas vas a empezar tu texto o si ya tienes una versión final: las tutorías siempre son una oportunidad para mejorarlo y, sobre todo, para aprender algo que puedas aplicar en futuras escrituras, y así fortalecer tu desempeño académico. Cómo organizar las ideas, plantear tu punto de vista de manera académica o defender una postura con claridad son solo algunos de los objetivos que puedes alcanzar a través de este diálogo.
Nataly Nuño, tutora desde 2020, identifica algunos de los problemas más comunes que enfrentan los estudiantes que han asistido a las tutorías: «A menudo escriben como hablan, con un lenguaje coloquial y muletillas. También tienen dificultades para estructurar sus ideas: saben qué quieren decir, pero no cómo expresarlo o cómo conectar sus ideas con las de otros autores. Muchas veces solo necesitan confianza en sí mismos, porque saben escribir, solo tienen que transformar sus pensamientos en un texto académico, y con las herramientas adecuadas esto es sencillo».
El impacto del programa no solo beneficia a quienes reciben las tutorías, sino también a las tutoras. Ellas son estudiantes de licenciatura con excelentes habilidades de escritura, pero sobre todo con un genuino interés en apoyar a otras personas.
Nataly comparte su experiencia: «Decidí ser tutora porque los vínculos humanos son una parte importante en mi vida. No todo se aprende en el salón de clases, y desde esa inquietud busqué otras actividades que sumaran a mi formación profesional y personal. Una tutora me recomendó el programa y descubrí que podía aportar mucho en este proceso”.
Acompañar a otros desde la sensibilidad de haber estado en sus zapatos y con la experiencia que tiene ahora, le ha permitido a Nataly fortalecer también sus propias habilidades de escritura: “Explicar conceptos a otros me ha ayudado a ser más consciente de mi propio proceso de escritura. Además, he desarrollado habilidades de comunicación y enseñanza que me servirán en mi vida profesional».
¡Visítanos en el tercer piso de la biblioteca!
Si te gustaría mejorar tus habilidades de escritura, las tutorías son el lugar adecuado. «Si alguien duda en asistir a una tutoría, le diría que es una decisión muy personal. No hay una calificación de por medio. Es un ejercicio de libertad y decisión: puede probar la experiencia y ver qué le aporta. Nosotras solo somos una guía, pero el objetivo es que el estudiante tenga una experiencia de aprendizaje significativa en cada sesión. Es una buena oportunidad para conectar con otras personas y con sus experiencias. Este es un programa pensado con mucho cuidado, y es un espacio más que pueden explorar para ver si les gusta y les funciona», concluye Nataly.
Puedes acercarte sin cita al Hub de Lenguas, en el tercer piso de la biblioteca, de lunes a jueves entre la 1:00 y las 2:00 p. m. Si necesitas apoyo en otro horario, agenda tu cita a través de Bookings. Aprovecha esta oportunidad: comparte tus ideas. mejora tu escritura y descubre nuevas formas de aprender.