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Foto de portada por Roberto Ornelas
Por Ana Sofía Pérez Soltero
Estudiante de Gestión Cultural
Las personas con discapacidad enfrentan barreras cotidianas como la dificultad para acceder a empleo formal, contar con servicios médicos especializados o autonomía en su movilidad, estos son ejemplos de los desafíos que atraviesan para ejercer una participación plena en la vida social y comunitaria. De acuerdo con datos oficiales del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco, en el año 2023 la población con discapacidad en la entidad estaba conformada por 543 mil 452 personas, poco más del 6% de la población total, el 6.6% integrado por mujeres y 6.1% por hombres. A nivel nacional, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023 reportó que 8.8 millones de personas tienen alguna discapacidad.
En 1992, la Asamblea General de la ONU proclamó el 3 de diciembre como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con el fin de promover sus derechos y crear conciencia sobre su situación en los ámbitos político, económico, social y cultural. En el marco de esta efeméride, Ana Sofía Pérez escribe sobre el proyecto Recorrer la Ciudad e invita a pensar la ciudad desde la experiencia de quienes enfrentan diariamente su inaccesibilidad, y a reconocer que la movilidad también es un derecho humano fundamental.
Cuando la ciudad se vuelve una barrera
Al enfrentarme a esta banqueta, como persona con discapacidad, me invade una sensación de peligro constante. Cada obstáculo —las piedras sueltas, la basura, los desniveles—se convierte en una barrera que me recuerda que la ciudad no está pensada para mí. No solo temo caer o lastimarme: también siento una profunda frustración por la indiferencia reflejada en cada rincón descuidado.
Moverme por este espacio se vuelve una tarea desgastante y llena de ansiedad. Cada pequeño avance es una lucha, no solo contra los obstáculos físicos, sino contra la invisibilidad que estas condiciones representan ante mi derecho a la movilidad, a la autonomía y a una vida plena. La falta de accesibilidad no es un detalle menor: es una forma de exclusión diaria que limita mis oportunidades de estudiar, trabajar, convivir o simplemente disfrutar del espacio público.
Más allá de la inseguridad física, esta banqueta deteriorada me transmite un mensaje doloroso: que mi presencia en el espacio urbano no ha sido considerada. Cada vez que encuentro un sitio así, siento que el entorno me empuja a depender de otros o incluso a evitar salir. Pero no quiero vivir resignándome. Quiero una ciudad que entienda que la accesibilidad no es un favor; es un derecho.

¿Qué significa recorrer la ciudad desde una silla de ruedas?
Para muchos, salir a la calle es parte de la rutina. Para mí, es una coreografía pensada, planeada y muchas veces frustrante. Me llamo Ana Sofía y tengo una discapacidad motriz: uso silla de ruedas desde que era bebé. Trasladarme implica rodar con cuidado entre banquetas rotas, rampas mal hechas o inexistentes y la constante sensación de que la ciudad no fue pensada para mí. Pero, aun así, salgo, observo y escucho. Porque en sus muros, Guadalajara también grita, y yo, desde mi silla, también tengo algo que decir.
Recorrer la Ciudad es un proyecto creado por Ruth Rangel, profesora del Departamento de Estudios Socioculturales y profesores colaboradores del ITESO. Invita a observar los espacios urbanos desde una mirada crítica y sensible, a través de las múltiples formas de comunicación informal como grafitis, pintas, mensajes callejeros, restos de objetos, improvisaciones y huellas que cuentan historias, muchas veces anónimas.
Es un recorrido visual por las calles del Área Metropolitana de Guadalajara, donde la ciudad se convierte en testigo y portavoz de quienes buscan ser escuchados, visibilizados o, al menos, no ser olvidados. Estos fragmentos se incluyen en la exposición La realidad se habita, la pared grita, albergada en su sitio web que reúne fotografías tomadas por estudiantes de Gestión Cultural como parte de la materia Desarrollo Comunitario y Educación, impartida por la profesora Ruth. Se muestran mensajes como huellas gráficas, reclamos, expresiones espontáneas de resistencia y declaraciones silenciosas que habitan en los muros, puertas y rincones.

Mi encuentro personal con el proyecto
Cuando conocí Recorrer la Ciudad, no solo vi fotografías: vi pedazos de mi día a día. Las paredes que otros fotografiaron son las mismas que yo he observado desde abajo, desde mi altura, desde una perspectiva que muchas veces es ignorada. Leí frases escritas con rabia, tristeza o dignidad: “nadie va a pensar en ti mejor que yo”, “niñas no», «nos están olvidando” y pensé: ¿Quiénes son ese “nos”? ¿Estamos también las personas que usamos bastón, muletas, sillas de ruedas? ¿Están nuestras voces en esos muros?

El recorrido: el Centro de Guadalajara desde adentro
El recorrido se realizó en calles de la Colonia Americana Norte y del Centro de Guadalajara, una zona dividida por una avenida donde contrastan dos realidades; por un lado, calles lisas, limpias, rampas bien hechas y espacios accesibles. Pero al cruzar la avenida, las banquetas son un campo minado y los comercios tienen escalones imposibles. Recuerdo que muchas veces cuando intento cruzar una calle sin semáforo peatonal o cuando tengo que bajarme de la banqueta porque alguien decidió poner una maceta donde debía haber una rampa. La ciudad me dice, sin hablar: “Aquí no eres bienvenida”. Esa división no es solo económica, es simbólica y humana. La gente te mira…algunos con lástima, otros con incomodidad, y la mayoría simplemente no te ve. Lo más pesado no es la silla; es la indiferencia.
Cuando las paredes gritan… pero no por todos
Ver estas fotos me hizo pensar en cómo las paredes, al llenarse de mensajes, se convierten en espejo de lo que duele. Pero también me hizo darme cuenta de lo poco que se habla y se representa a las personas con discapacidad en estos discursos urbanos. Hablar de la ciudad sin hablar de accesibilidad es contar la historia incompleta. Es mostrar una foto recortada, donde falta una parte esencial.

Mi cuerpo en la ciudad: rodar también es resistir
Yo también habito esta ciudad. Tengo memoria, rabia, ternura, historias. Aunque no puedo escribir fácilmente en una pared, cada vez que salgo, cada vez que insisto en estar en espacios que no me invitan, también dejo una huella. Mi cuerpo en la calle también es un acto político. Por eso, cuando escucho decir que “la pared grita”, pienso que sí, grita por muchas cosas. Pero me pregunto si también grita por mí. Sueño con ver un mural que diga: “queremos rampas”, “queremos dignidad”, “también estamos aquí”.
Moverme por la ciudad, para mí, es más que recorrerla: es desafiarla. Es reclamar el derecho a existir en ella con plenitud, sin pedir permiso. Es decir, con cada vuelta de rueda, que yo también soy parte de este tejido urbano. Mientras la pared grita, yo también lo haré. Porque la ciudad no es solo de quienes la caminan fácilmente, también es nuestra.
Para saber más
La galería completa se encuentra disponible en el sitio web del proyecto Recorrer la ciudad.




