Foto de portada: Luciano Rodríguez Arredondo.
Por Luciano Rodríguez Arredondo
Profesor de Arte y Creación
En un entorno donde la creación artística se redefine constantemente a través de la tecnología, la formación de estudiantes de arte enfrenta el desafío de integrar herramientas digitales de vanguardia que amplían tanto sus horizontes expresivos como sus oportunidades profesionales. Este proceso no solo requiere una actualización técnica, sino también un replanteamiento pedagógico que equilibre la adquisición de habilidades digitales con una reflexión crítica sobre su uso.
Para los docentes, el desafío radica en evitar que la tecnología opaque la dimensión conceptual del arte, mientras preparan a los estudiantes para un mercado laboral donde lo digital es un requisito transversal.
En este contexto, es fundamental diseñar espacios de aprendizaje donde los estudiantes puedan experimentar con estas herramientas de manera guiada e integrar su exploración técnica con un proceso reflexivo sobre sus implicaciones en la creación artística.

Es aquí donde el Taller de creación artística digital cobra relevancia, pues su metodología experiencial ayuda a los estudiantes a desarrollar tanto habilidades técnicas como un pensamiento crítico sobre la producción digital. Esta metodología se desarrolla en tres fases:
Exploración técnica: Introducción a herramientas y técnicas digitales a través de ejercicios no estructurados y lúdicos que fomentan la experimentación libre. Los resultados se comparten en el taller, motivando a la clase a descubrir las diferentes posibilidades estéticas del objeto de estudio.
Contextualización: Los estudiantes adquieren un amplio bagaje en arte digital y nuevos medios mediante la revisión de materiales audiovisuales, lecturas y la participación de artistas invitados, quienes comparten su proceso creativo. Además, los estudiantes reciben retroalimentación sobre sus proyectos y asesoría técnica, lo que fomenta su vinculación profesional.
Integración conceptual: Conexión entre las herramientas e ideas adquiridas durante el curso mediante el desarrollo de un proyecto personal. En este, los estudiantes exploran temáticas de su interés relacionadas con el entorno digital y la sociedad, cuya presentación final se realiza en una muestra grupal de sus obras.

El primer obstáculo suele ser la percepción de los estudiantes sobre los medios digitales como artefactos ajenos y complejos. Este fenómeno —la sensación de extrañeza ante herramientas que, en realidad, son parte de su ecosistema social y tecnológico— lo explica el autor estadounidense Douglas Rushkoff como «analfabetismo digital de segunda generación« en su libro Programa o serás programado: Diez mandamientos para la era digital.
En este caso, los usuarios dominan el uso superficial de plataformas y dispositivos (redes sociales, videojuegos, tabletas, etc.), pero carecen de una alfabetización crítica para emplearlos como medios de creación o pensamiento complejo. Mediante la metodología del taller, esta barrera se supera al demostrar que lo digital no solo es el lenguaje nativo de su generación, sino también el entorno en el que desarrollan de manera natural sus interacciones cotidianas.
Cada etapa del proceso pedagógico (exploración técnica, contextualización e integración conceptual) enfrenta desafíos específicos. Sin embargo, estos se superan mediante un acompañamiento centrado en el estudiante, que prioriza el diálogo, la confianza y la valoración del proceso sobre el resultado. Este enfoque resuelve problemas prácticos, además transforma las dificultades en oportunidades para fomentar la autonomía y estimular el pensamiento crítico del estudiante.
El principal reto como docente radica en la imperante necesidad de mantenerse en constante actualización. En un área de estudio vinculada directamente a la evolución tecnológica, los cambios ocurren a un ritmo acelerado. Esto no solo implica dominar las herramientas emergentes, sino también rediseñar el curso para evitar un desfase entre lo impartido y el contexto real del arte digital contemporáneo. Además, es fundamental hacer accesible este conocimiento y transmitir a los estudiantes la actitud de aprendizaje continuo, promoviendo su capacidad para adaptarse a una realidad en constante cambio.
El programa de Estudio Abierto, que la carrera de Arte y Creación lleva a cabo al final del semestre, ejemplifica el buen funcionamiento de esta metodología. Durante esta iniciativa, los estudiantes presentan el proyecto que han desarrollado a lo largo del taller, se enfrentan a problemáticas complejas y propias del medio digital, para luego demostrar su dominio sobre esos desafíos. Para mí, lograr que los estudiantes perciban las herramientas digitales como un lenguaje y puedan expresarse a través de él, pasando de ser consumidores a creadores, representa un triunfo pedagógico significativo.
Creo que, en cualquier área de estudio, la habilidad más importante que necesitamos promover es la adaptabilidad. Debemos cultivar la capacidad de dialogar con el cambio para formar personas capaces de enfrentar los retos del futuro con flexibilidad, creatividad y una mentalidad abierta, en un mundo que evoluciona constantemente.
Sobre el autor
Luciano Rodriguez Arredondo es artista digital y académico. Actualmente es profesor de la asignatura “Taller de creación artística: lo digital” en la Licenciatura de Arte y Creación del ITESO.
Para saber más
Cobo, C., & Moravec, J. W. (2011). Aprendizaje invisible: Hacia una nueva ecología de la educación. (Col·lecció Transmedia XXI). Universitat de Barcelona.
Piscitelli, A. (2023). Polímatas: El perfil antidisciplinario del trabajador del futuro. Paidós.
Rushkoff, D. (2010). Program or be programmed: Ten commands for a digital age. OR Books.