Fotografías por Roberto Ornelas
En México, donde la violencia parece haberse vuelto parte del paisaje cotidiano, existen quienes insisten en mirarla desde otro lugar: no desde la estadística ni desde el miedo, sino desde un gesto de bordado.
La académica Alina Peña Iguarán, adscrita al Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO, coordina la investigación “Activismos artísticos: prácticas estético- políticas frente a las violencias contemporáneas”, un proyecto que busca comprender cómo el arte, al volverse una acción grupal, puede crear espacios de persistencias y resistencias frente al dolor individual y colectivo.
La investigación parte de una preocupación compartida entre artistas, académicas y comunidades: ¿cómo representar la violencia sin reproducirla? A raíz de esta pregunta ética, el equipo explora el potencial del arte como una forma de conocimiento situada, que no solo observa la realidad social, sino que la transforma mediante la colaboración, la escucha y la creación colectiva.
Desde ese primer acercamiento, el equipo —integrado por la propia Alina, las becarias de investigación Verónica Vázquez Vargas y María Villarreal Farías, además de colaboradores de diversas disciplinas— encontró a lo largo del país 76 prácticas textiles de resistencia desarrolladas entre 2004 y 2024.
La divulgación de estas prácticas resulta fundamental para acercarlas a las y los jóvenes, especialmente a quienes hoy tienen la edad de quienes comenzaron a bordar hace dos décadas. Como señaló el equipo de investigación, se trata de invitar a las nuevas generaciones a conocer y reconocer la historia reciente del país, incluso aquella que comenzó antes de que nacieran.
Este hallazgo se ha vuelto un eje central del proyecto. Cada una de las 76 iniciativas representa una forma de activismo artístico que, desde distintos territorios del país, nombra la violencia desde los afectos y el bordado como expresión colectiva y pública.
Dentro de esta línea de investigación surgió la exposición Hilar: 20 años de práctica textil frente a la violencia en México, una primera etapa que entrelaza arte, memoria y comunidad a través de los tejidos creados por colectivos y artistas de todo el país. Hilar nació en 2023 con el acompañamiento a la Colectiva Hilos y su proyecto Sangre de mi sangre, un tejido participativo que visibiliza la violencia feminicida y las desapariciones forzadas en México.
“No se trata de una exposición sobre los resultados de una investigación, sino de un proceso vivo. La exposición misma se convirtió en una herramienta metodológica, una forma de pensar y crear conocimiento desde el acto de hacer”, explicó Alina Peña en entrevista.
Alina, María y Verónica explican que, cada una de esas prácticas representan una forma de resistencia: mujeres y colectivos que, frente al dolor, eligieron bordar nombres, historias, ausencias. La investigación creó un dataset con categorías como territorio, participantes, año, descripción, incidencia, temas, duración y espacios intervenidos.

Detrás de cada dato hay un hilo que cuenta una historia: el de quienes bordan para no olvidar, para acompañar a otras y para resistir sin violencia.
Esta inquietud guía este trabajo desde hace años. Alina, junto con su equipo, han investigado las formas en que la violencia se percibe y se representa en México, y cómo la información se convierte en un espectáculo que nos acostumbra a mirar hacia otro lado. La propuesta, en cambio, busca abrir un espacio sensible de comprensión: mirar sin morbo, acompañar sin apropiarse y narrar sin estetizar el dolor.
Entre datos y encuentros
El arte se presenta como un proceso de creación compartida, donde la investigación académica se entreteje con la experiencia y la participación social. De ahí su carácter transdisciplinar, en el equipo participan historiadores, diseñadoras, programadores, artistas, estudiantes y colectivos de familiares de personas desaparecidas.
Uno de los aportes más significativos fue el trabajo de visualización de datos realizado por el profesor Héctor Piña, quien desarrolló junto con la diseñadora gráfica Brenda Solís, un mapa interactivo que muestra las prácticas textiles distribuidas por todo el país. En la Galería Universitaria esa visualización se tradujo en una pieza física: un mapa de México bordado en tela, donde cada aro representa un acontecimiento histórico vinculado a un proyecto textil. De esta manera, los hilos conectan territorios, memorias y cuerpos, como si el país entero se sostuviera de un mismo tejido de resistencia.
El sentido de la investigación y de la exposición, cuentan Alina y las estudiantes de la licenciatura en Arte y Creación, no es solo mostrar, sino activar encuentros. Por eso, los recorridos guiados –realizados por ellas mismas—se han vuelto un componente central del proyecto. “Cuando una estudiante le explica a otra lo que ha aprendido y lo hace mientras caminan entre bordados, se encarna el conocimiento. No es un discurso, es una experiencia compartida”, señaló Alina.
Las actividades de mediación incluyen talleres y conversaciones con colectivos, como los de Cordelia Rizzo y Fabiola Rayas, donde el público experimenta el acto de bordar como forma de reflexión y escucha. No importa si alguien no sabe bordar o tejer; lo importante es sentarse a compartir.
“En el bordado caben la torpeza y la ternura. Lo importante no es la técnica, sino el encuentro que sucede mientras bordamos”, dice María Villareal.
Una investigación que se sigue tejiendo
Como toda investigación viva, se han enfrentado a desafíos. El primero fue el de traducir la sensibilidad social en un lenguaje académico sin perder su fuerza afectiva. Nombrar categorías como incidencia, espacio público o violencia implicó debates y sesiones de trabajo para construir un glosario común que respetara la diversidad de los proyectos y sus contextos. Incluso mencionaron que también fue un reto equilibrar el arte y el activismo: evitar la estetización del dolor, pero sin negar el poder expresivo del arte como herramienta de resistencia.
La estudiante, Verónica Vargas, señaló que fue necesario repensar las formas en que investigaron, en abrirse a la creación como método, no como adorno.
En su primera etapa, el equipo tuvo dos objetivos concretos: construir un registro sistematizado de las prácticas textiles de resistencia en México durante las últimas dos décadas y activar la exposición como un espacio metodológico capaz de generar nuevas preguntas y modos de interacción entre la universidad y los colectivos sociales.
Ahora bien, los objetivos a futuro son más amplios. Aspiran a consolidar una red de investigación-creación que mantenga el diálogo entre el arte, la academia y la comunidad. En los próximos años, planean abrir un ciclo de reflexión con los colectivos participantes para explorar qué sucede cuando las obras que nacen en la calle o en los centros comunitarios llegan a los espacios expositivos universitarios.

Arte para no olvidar
El gesto del proyecto revela una parte naturalmente humana: el arte puede sostenernos cuando las palabras ya no alcanzan.
Para Alina, María y Verónica, este proceso de investigación no busca dar respuestas, sino abrir espacios para preguntar juntas y juntos. La universidad desde esta mirada se convierte en un lugar donde el conocimiento se teje.
Porque frente a la violencia, a veces la respuesta más poderosa no es un grito, sino una puntada.
Sobre esta investigación
Nombre de la investigación: Activismos artísticos: prácticas estético-políticas frente a las violencias contemporáneas
Coordinadores del proyecto: Dra. Alina Peña Iguarán, académica del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO
Becarias de investigación:
Verónica Vázquez Vargas, estudiante de Arte y Creación
María Villareal Farias, estudiante de Arte y Creación
Profesores del ITESO colaboradores:
Brenda Valdés Rosas, del Centro de Promoción Cultural
Héctor Piña Camacho, del Departamento de Estudios Socioculturales
Anaeli Ibarra Cáceres, del Departamento de Estudios Socioculturales
Gabriel Sánchez Mejorada Calderón, del Departamento de Estudios Socioculturales
Colectivos y artistas participantes:
Cordelia Rizzo, investigadora, activista y artista
Rosa Borrás, artista textil y activista
Sandra Estrada, fundadora de la colectiva “Bordamos Memoria”
Fabiola Rayas, artista multidisciplinaria e investigadora
Deborah Koenker y cooperativa “Esperanza de Vida”, Tapalpa
Alicia Laguna, actriz, bordadora y gestora cultural; co-fundadora de Teatro Línea de Sombra
Paola Ovalle, profesora investigadora, bordadora y activista
Colectivo Bordamos por la Paz Guadalajara
Proyecto vinculado:




