Imagina que una sociedad entera se encuentra en estado de crisis: un desastre natural, una guerra o una crisis económica. En ese momento de confusión y miedo, las personas están más dispuestas a aceptar cambios drásticos que, en circunstancias normales, rechazarían de manera contundente. Esto es precisamente lo que describe la doctrina del shock, un concepto desarrollado por la periodista y escritora canadiense Naomi Klein.
Según Klein, las crisis no solo representan momentos de caos, sino también oportunidades estratégicas para que los gobiernos y las élites económicas impongan reformas neoliberales impopulares. Privatizaciones, recortes a servicios públicos y desregulación del mercado son algunas de las medidas que se implementan aprovechando el estado de vulnerabilidad social.
Mientras la población lucha por recuperar la estabilidad, las grandes corporaciones se benefician de estos cambios estructurales. Entender este concepto es básico ya que nos ayuda a comprender el porqué de las decisiones que se toman en tiempos de crisis.
De la CIA a las dictaduras en Latinoamérica
La teoría de Klein se inspira en los experimentos de shock psicológico de la CIA y en las reformas económicas aplicadas en Chile tras el golpe de estado de 1973. En ambos casos, el miedo y la desorientación fueron herramientas clave para la imposición de políticas.
En el Chile de Pinochet, los llamados «Chicago Boys«, economistas formados en la Universidad de Chicago bajo la tutela de Milton Friedman, introdujeron un modelo de libre mercado extremo que incluyó la privatización de empresas estatales, la reducción de derechos laborales y la eliminación de regulaciones. Estas medidas solo fueron posibles en un contexto de represión brutal y miedo generalizado.
Lo mismo ocurrió en otros escenarios: en 1976 en Argentina la dictadura militar aplicó políticas de ajuste neoliberal en medio de una ola de represión y desapariciones forzadas; en 1991 en Rusia la abrupta liberalización de la economía tras la caída de la URSS sumió a la población en la pobreza mientras unos pocos concentraban el poder económico. Por su parte, en 2003 en Irak la invasión estadounidense fue seguida por la reestructuración de su economía según principios neoliberales.
A lo largo de la historia, la doctrina del shock ha servido como un manual para transformar sociedades enteras en favor del libre mercado, siempre aprovechando momentos de crisis en los que la resistencia social se encuentra debilitada.
3 pasos para cambiar el mundo… sin resistencia
El modelo de la doctrina del shock opera a través de tres etapas clave:
- Crisis: Un evento disruptivo genera caos y vulnerabilidad en la sociedad, creando la necesidad de respuestas rápidas.
- Miedo: Se utiliza la represión, censura o propaganda para evitar la resistencia social.
- Reestructuración: Se imponen reformas neoliberales como privatizaciones, recortes de derechos y desregulación económica, favoreciendo a las élites.
De la pandemia a la guerra en Ucrania
En tiempos recientes, la doctrina del shock sigue vigente como una herramienta para reconfigurar economías y sociedades.
Durante la pandemia por COVID-19, la crisis sanitaria permitió la expansión de la vigilancia digital y la aceleración de la digitalización del trabajo y la educación, lo que incrementó la desigualdad económica y benefició a grandes corporaciones tecnológicas y farmacéuticas.
La guerra en Ucrania, iniciada en 2022, ha reconfigurado mercados al provocar una crisis energética y un reajuste geopolítico, favoreciendo a la industria armamentista y a nuevos actores económicos.
Al igual, la Guerra en Gaza que actualmente sigue presente, ha utilizado la crisis humanitaria y el conflicto armado para la reconfiguración de intereses geopolíticos y económicos en Medio Oriente. Empresas de defensa y seguridad han visto un crecimiento exponencial, mientras la reconstrucción de la región se perfila como una futura oportunidad de inversión para corporaciones internacionales. Además, el conflicto ha servido como justificación para un mayor control sobre la población palestina, consolidando un sistema de vigilancia y represión financiado en gran parte por intereses extranjeros.
En el continente americano, líderes de derecha como Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina han utilizado el discurso de crisis y caos económico para justificar políticas de recorte estatal, privatización y desregulación.
En el contexto mexicano, el debate sobre la privatización de sectores clave como el energético y el de salud se ha intensificado en los últimos años. La militarización de la seguridad pública bajo el argumento de combatir el crimen organizado puede interpretarse como una estrategia de shock que normaliza la concentración de poder en las Fuerzas Armadas.
Estos ejemplos recientes muestran cómo la doctrina del shock sigue operando como un mecanismo para implementar transformaciones profundas bajo la premisa de que el miedo y la incertidumbre reducen la resistencia social.
Comprender esta estrategia es esencial para cuestionar las decisiones que se toman en tiempos de crisis y evitar que el miedo se convierta en el motor de transformaciones que profundicen la desigualdad. La resistencia y la conciencia social son las principales barreras contra el uso del shock como arma política y económica.
Para saber más
Klein, N. (2007). La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre. Paidós.
Storey, A. (2009). The shock doctrine: The rise of disaster capitalism. Policy and Practice: A Development Education Review, 8, 74-76.