Editorial

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Cuando cruzamos la puerta de ingreso al ITESO, se percibe un ritmo distinto al del resto de la ciudad. La textura del entorno es otra, el tono del aire parece cambiar y el ritmo de nuestros pasos se torna diferente. El ITESO es una casa abierta en donde no sólo se está, sino que se…

Cuando cruzamos la puerta de ingreso al ITESO, se percibe un ritmo distinto al del resto de la ciudad. La textura del entorno es otra, el tono del aire parece cambiar y el ritmo de nuestros pasos se torna diferente. El ITESO es una casa abierta en donde no sólo se está, sino que se es de una manera muy particular. Los árboles que llenan el campus hacen lo suyo: el juego de colores, la combinación de luz y sombra, el susurro que con el viento producen sus hojas convocan a otro yo que también somos. Las risas de los alumnos y la multiplicidad de colores de sus rostros y sus atuendos aligeran la mañana.

Vivimos el ITESO con todos los sentidos. El olor, el color, el tacto, toda nuestra sensibilidad se ve involucrada cuando entramos al campus. Es un latir cotidiano que involucra mucho más que nuestra capacidad de trabajo, mucho más que nuestra trayectoria profesional o que nuestro intelecto. Vivimos el ITESO no sólo desde nuestro conocimiento o nuestra capacidad de pensamiento crítico, sino también desde la sensibilidad. Sentimos el ITESO desde las interacciones concretas, desde las emociones, desde el campo de las posibilidades y desde la imaginación.

En los diversos apartados de Reflectir en su edición de noviembre y diciembre, encontraremos el reflejo de algunos de esos procesos que emergen dentro de la universidad que late: dialogar, explorar, indagar, innovar, experimentar, identificarnos con los otros. Así, nuestro rector Luis Arriaga, SJ, junto con los dos rectores de las Universidades Ibero de Puebla y Ciudad de México, presentan su visión sobre la investigación; los colegas del DESO comparten la innovación desde la licenciatura de Publicidad y Comunicación Estratégica; el profesor David Gómez Salazar nos cuenta su experiencia con los Métodos Numéricos; Carmen Díaz Alba, profesora del DFH, nos comparte qué disfruta y quién es.

Vivencias, reflexiones, hechos y posibilidades, un entramado que le da consistencia a nuestra praxis y que a la luz de la noción ignaciana del Reflectir, nos invita a tocar la realidad a través de la sensibilidad, lo cual va mucho más allá de la mera comprensión y nos acerca a la contemplación. Una contemplación que se traduce en manifestaciones muy reales, en hechos concretos, en acciones.

Que avancemos cada día más en el camino de la incorporación de la sensibilidad al conocimiento, y que desde ahí contactemos al Otro, a lo otro, saboreando la suavidad del encuentro. Que sigamos experimentando el ITESO y disfrutando nuestra labor universitaria poniendo en constante diálogo nuestros sentidos, nuestra razón, nuestro corazón.