Fotografías: Roberto Ornelas.
Cuando Luis Ignacio Román Morales llegó a dar clases al ITESO en 1997, no imaginaba que los siguientes 27 años de su vida estarían estrechamente ligados a esta universidad. A lo largo de casi tres décadas, “Nacho” alcanzó importantes hitos académicos: fue parte de la Escuela de Negocios ITESO, miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), de la Red Mexicana de Investigación en Política Social y del Consejo Directivo de Oxfam México.
En aquellos primeros meses de 1997, Román percibió de inmediato lo que hacía destacar a esta universidad: “Me tocó el inicio de una etapa de crecimiento importante, de impulso a la investigación y la formación de nuevos programas. Recuerdo que éramos unos cuantos con apoyo del Sistema Nacional de Investigadores. El SNI a mí me lo dieron a los dos años de entrar. Otros con esa distinción eran Raúl Fuentes, Rossana Reguillo, Enrique Valencia y Jaime Preciado. Éramos un puñado, nada que ver con los setenta y tantos académicos con SNI de ahora”.
Como otros de sus colegas profesores, Nacho profundizó en el pensamiento jesuita, con sorpresa descubrió que coincidía con su propia visión en varios aspectos: “Desgraciadamente no me tocó conocer al padre Scheifler, quien falleció un año antes de que yo entrara, pero lo empecé a leer al ser jesuita y economista. Historia del pensamiento económico me pareció un excelente libro. Desde el inicio me tocó trabajar con estudiantes de licenciatura, de maestría, de doctorado. Me pareció una universidad, en ese sentido, sumamente diversa. Dar clase, por ejemplo, de administración financiera, era muy distinto que dar clase en filosofía, no solamente para el nivel académico o la madurez de los estudiantes, sino también por su propio tipo de interés académico”.
Y añade: “Creo que tuve la fortuna de que en el momento en el que entré al ITESO se encontraba bastante bien posicionado, sobre todo en el sentido de ser una universidad privada con un enorme interés social. De hecho, alguna vez, uno de los rectores, David Fernández Dávalos, definió al ITESO como una universidad pública gestionada de manera privada”.

El ITESO se vincula, por medio de una red convenios de colaboración y alianzas estratégicas, a nivel local, regional y global, con instituciones afines a sus valores fundamentales. En México, el ITESO forma parte del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), junto con universidades como la IBERO de Ciudad de México, León, Puebla, Tijuana y Torreón, así como con el Tecnológico Universitario del Valle de Chalco y el Instituto Superior Intercultural Ayuuk. A nivel continental, es miembro de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), y a escala global, pertenece a la International Association of Jesuit Universities (IAJU), la red universitaria más extensa y antigua del mundo, que agrupa a más de 200 universidades en 69 países, con una tradición educativa de casi 500 años. Esta extensa red académica también es del agrado del doctor Román:
“Algo que yo veía con enorme agrado es que el ITESO es posiblemente la universidad privada, al menos en el occidente del país, que tiene más y mejores relaciones con las universidades y las instituciones de investigación; por ejemplo, con el colegio de Jalisco, con el CIESAS y con la Universidad de Guadalajara”.
«…tuve la fortuna de que en el momento en el que entré al ITESO se encontraba bien posicionado en el sentido de ser una universidad privada con un enorme interés social»
Las universidades de la Compañía de Jesús se distinguen por una visión integral del ser humano, en la que la educación, el desarrollo económico y el compromiso social se entrelazan con principios éticos y religiosos. Los jesuitas promueven una economía al servicio del bien común, enfocada en la justicia social y la erradicación de la pobreza. Este enfoque se refleja en la misión educativa de estas universidades, donde la formación académica se orienta hacia la reducción de las desigualdades sociales y la creación de líderes comprometidos con la transformación de la realidad a través de la ética y el servicio.
Al respecto, Nacho Román puede reflexionar, después de tantos años en el campus, sobre la visión del ITESO y su disciplina, la economía:
“Platón define a la economía como el arte que nos libra de la pobreza, y gran parte de la historia del pensamiento económico es un pensamiento de orden social. Justamente la mecanización de la economía en un sentido ligado casi estrictamente al funcionamiento de los mercados me parece que es una distorsión de su sentido original. Evidentemente hay que estudiar los mercados, evidentemente hay que estudiar estadística, y hay que estudiar modelos matemáticos. Pero una cuestión es que se estudien como parte de una tradición científica, y otra cosa es que esos elementos se consideren como los únicos o los más evolucionados de esa tradición científica. El ITESO debe de acercarse al debate de diversas percepciones de la ciencia, particularmente de la economía, de tal manera que no se confunda la economía simplemente con la búsqueda de la rentabilidad”.
“En los últimos años, la institución ha entrado en una dinámica, digamos, mucho más competitiva. Y me parece que ahora está el reto de decir cómo mantener esa presencia, en el mercado educativo, y simultáneamente poder no solamente mantener, sino fortalecer esta imagen social, que le ha dado origen y sentido y que se expresa en las Orientaciones Fundamentales y en la misión. De lo que yo tengo más cariño al ITESO es tratar de pelear con la lógica de sus Orientaciones Fundamentales y sobre todo con el compromiso social. La economía originalmente tiene un sentido social”.

A lo largo de estos años en el campus, Nacho Román ha desarrollado un especial cariño por los espacios del ITESO que ha hecho suyos, de la misma manera en que todos los que formamos parte de esta comunidad lo hemos hecho:
“En los últimos años me ha encantado caminar por el ITESO, sobre todo en las zonas menos concurridas, arboladas, en el extremo oriente. También la zona deportiva. Tengo una anécdota: un día salí a las dos de la tarde, que salíamos a comer, a una práctica que había en la zona de deporte de acondicionamiento físico. Era finales de los años 90, recuerdo. También recuerdo a algunos de los profesores o entrenadores que participaron ahí como gente que empujaba a estudiantes en esfuerzos de orden competitivo, pero al menos con el grupo que estábamos ahí lo que importaba fundamentalmente era procurar nuestra salud. Eso es sensacional, es decir, hacer ejercicio y deporte no sólo en una lógica de decir: ‘voy a ganar algo en competencia con los demás’, sino para decir simplemente ‘quiero estar bien física y mentalmente’. De hecho, yo recuerdo a uno de ellos, que años después regresó, el profe José Luis. Yo había corrido casi diez kilómetros, y en la última vuelta yo sentía que ya no llegaba. Pero llegó el profe José Luis, se colocó junto a mí y me dijo: ‘te vas conmigo’. Creo que ha sido la única vez que he corrido diez kilómetros en mi vida. Ese tipo de cosas sobre el pensamiento de la escuela, de decir que es tan o más importante cooperar y no competir, me parece que es esencial”.
Finalmente, mientras tramita su retiro y con varios proyectos en puerta, el doctor Nacho Román, un profesor muy querido en esta institución, les da un consejo a los estudiantes del ITESO:
“Comparto lo que ha señalado Thomas Piketty en El Capital en el siglo XXI: por favor, no permitan que los economistas se conviertan en los dueños del discurso económico. Entren a la discusión crítica, social, ambiental, informada, argumentada, sobre qué hacer con la economía más allá de una mera cuestión digamos, de negocio. Eso me parece que es clave en el sentido de recuperar, mantener, y fortalecer el discurso del compromiso social del ITESO».