En México, el monitoreo de los ríos ha estado enfocado históricamente en los grandes cauces, mientras que los pequeños ríos que se caracterizan por tener un cauce de menos de 30 km de longitud o una cuenca menor a 50 km² ni siquiera están contemplados en la Ley de Aguas Nacionales (LAN). Esta omisión ha generado un vacío en la gestión y conservación de estos ecosistemas hídricos, lo que los hace más vulnerables a alteraciones en su cauce e incluso a su desaparición.
Rogelio Gutiérrez, ahora egresado de la carrera de Ingeniería Industrial del ITESO, desarrolló un monitoreo para conocer la situación de los pequeños ríos en el estado de Jalisco, este trabajo lo realizó en el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) titulado Programa de Tecnología para el Buen Vivir I (TerritoRios), coordinado por la profesora Daniela Gloss. Esta herramienta forma parte de la investigación “Mecanismos de distribución y acceso sustentable al agua y la tierra en torno a pequeños ríos”, dirigida por Heliodoro Ochoa, académico del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS).
El objetivo es establecer un modelo de gestión integral de los pequeños ríos y sus zonas riparias, que consisten en áreas de transición entre los cuerpos de agua y los ecosistemas terrestres con los que interactúan. El proyecto propone involucrar a las comunidades locales en el monitoreo y gestión de estos cuerpos de agua por medio de herramientas tecnológicas accesibles y alineadas con el marco legal vigente.

¿Cómo se mide un río?
Para comprender mejor el tema, el académico Heliodoro Ochoa en su publicación Mecanismos de acceso a la tierra y al agua: transformaciones alrededor de ríos en México, explica que un río pequeño puede entenderse como una corriente de agua natural, ya sea perenne o intermitente, cuya longitud es menor a 30 kilómetros o cuya cuenca tiene una superficie inferior a 50 km². Aunque su caudal depende de la región en la que se ubiquen, los pequeños ríos tienden a desembocar en otras corrientes, embalses o en el mar.
Actualmente, el monitoreo de cuerpos de agua en México está a cargo de la Red de Estaciones Hidrométricas de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), que emplea unos instrumentos llamados aforadores que sirven para medir el nivel, el caudal y la calidad del agua en ríos, presas y embalses. Funcionan registrando el volumen de agua que pasa por un punto específico en un tiempo determinado y la información recabada se reporta al Sistema de Información Hidrológica (SIH) y se publica en boletines hidrometeorológicos diarios.
De acuerdo con Rogelio, quien también se desempeña como responsable de las estaciones automáticas en la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), el sistema de monitoreo de ríos en México se ha enfocado principalmente en los cuerpos de agua con mayor caudal o relevancia económica. Esta tendencia ha generado una falta de información sobre el flujo y la calidad del agua en los pequeños ríos. Ante esta situación, Rogelio decidió destinar parte de su trabajo en este PAP a crear un registro que contribuya a mejorar la gestión del recurso hídrico y a atender problemáticas como la contaminación, la invasión de cauces y los cambios en el uso de suelo.
El trabajo comenzó con un análisis del monitoreo de cuerpos de agua para identificar qué ríos contaban con documentación. Posteriormente, en 2024 inició el monitoreo de pequeños ríos, en el que se obtuvo un total de 28 registros de monitoreo en pequeños ríos ubicados en municipios como Yahualica, Zapopan, Tlaquepaque, entre otros. El primer registro se realizó el 29 de febrero de 2024 en el Arroyo Seco, ubicado detrás del ITESO y como parte de la metodología, se establecieron dos puntos de monitoreo en un afluente de este arroyo. Uno de ellos se encontraba en una zona con menor intervención humana, dentro de un predio de aproximadamente media hectárea donde el cauce aún conserva parte de su estructura natural. Sin embargo, a medida que el río atraviesa la colonia, es canalizado y desemboca en el Arroyo Seco tras un trayecto de menos de un kilómetro.
A mediados del primer semestre en el que Rogelio cursó este PAP, comenzó a implementarse el monitoreo. En cada visita a distintos ríos, los datos se registraban por medio de la aplicación CrowdWater, desarrollada por la Universidad de Zúrich. Esta herramienta se utilizó para generar información útil sobre la conservación de los pequeños ríos y su relación con la sociedad. “La clave no era solo medir variables hidrológicas, sino darles un sentido que permitiera impulsar cambios significativos en el manejo y cuidado de los pequeños ríos”, explica Rogelio.
El trabajo de campo consistió en identificar puntos clave donde se evidenciaban cambios en la dinámica del río y su interacción con el entorno social. Se distinguieron dos tipos de puntos de monitoreo, definidos por la aplicación CrowdWater.
El primero correspondía al monitoreo del caudal, donde se medía el flujo de agua en metros cúbicos por segundo. El segundo registraba las condiciones del cauce (zona riparia), incluidas características como el color y olor del agua, la presencia de vegetación y fauna, así como otros indicadores ecológicos relevantes.

La importancia de los ríos pequeños
Además del trabajo de campo, este análisis tuvo como objetivo recopilar datos que permitieran a las comunidades aledañas conocer el estado actual de los ríos con los que conviven y promover su cuidado. “Lo que nosotros creemos es que sí puede ser una buena herramienta para empezar a involucrar a las personas con el río, porque el río estaba ahí desde antes que nosotros”, señala Rogelio.
Uno de los hallazgos más significativos ocurrió en julio de 2024, cuando durante la temporada de lluvias se observaron renacuajos en el arroyo, a pesar de la contaminación y las condiciones cambiantes del ecosistema.
Para Rogelio, esta investigación no solo implicó el análisis hidrológico, sino también una perspectiva social para comprender el impacto de conocer mejor estos cuerpos de agua y su entorno. Él explica que: “En el ciclo hidrológico ahora se considera la actividad del ser humano, cómo utilizamos el agua, incluso le damos un valor económico. Entonces eso, ya como tal, es un ciclo hidrosocial, porque no puedes buscar una solución a problemas hídricos sin tener en cuenta a las personas”.
Este monitoreo facilitó una mejor comprensión de la transformación de los pequeños ríos y su interacción con el entorno humano, para resaltar la importancia de su conservación y manejo sostenible junto con las comunidades cercanas. Además, Rogelio considera que esta experiencia le permitió conocer los estudios previos realizados en México sobre este tema y aportar nuevos enfoques desde una perspectiva social.
Para saber más
Ochoa-García, H. (2024). Mechanisms of access to land and water: transformations near rivers in Mexico. LDPI 2024. www.iss.nl/ldpi