Mujeres emprendedoras desde la economía social

Stella Maris, Andrea Escobar y Susana García son ejemplos del cambio que se puede lograr dentro de las comunidades y como emprendedoras a través de una economía social y solidaria.

Por Diana Lozano
Centro Universidad Empresa

En la actualidad, las mujeres han desempeñado un papel sustancial y de participación activa en los procesos de cambio en sus comunidades y emprendimientos colectivos. Sin embargo, el 64% de las mujeres en México ejerce tareas relacionadas con la economía del hogar y del cuidado, señaló la académica Ana Lilia Valderrama, de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional. Esta condición de trabajo, que además no es remunerado, invisibiliza su impacto social y económico si intenta cuantificarse dentro del modelo económico que predomina en nuestra sociedad actual. 

En cambio, desde la perspectiva de una economía social, el trabajo doméstico no solo es reconocido y valorado, sino que con él se promueven la equidad, la justicia y el buen vivir.

En el Centro Universidad Empresa del ITESO existe el Laboratorio de Intervención y Formación en Economía Social (LIFES), cuyo objetivo es contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades a través de la vinculación entre actores de la economía social, la formación integral y la intervención en escenarios de desarrollo social, cultural y económico de la región. De esta forma, el LIFES se constituye como un programa para el desarrollo de emprendedores colaborativos y de acompañamiento de iniciativas colectivas en operación, que emplea acciones de formación, intervención, vinculación y gestión.

Entonces, a través del laboratorio se incentiva la participación activa y equitativa de las mujeres desde la economía social, cuyos atributos fomentan la visibilización de sus acciones frente al modelo económico que predomina en la actualidad y que con frecuencia no las toma en cuenta ni les da importancia.

Ahora conoce las historias de tres destacadas mujeres, quienes son ejemplos del cambio que podemos hacer en nuestras comunidades y como emprendedoras a través de una economía social. 

Stella Maris, coordinadora del Laboratorio de Intervención y Formación en Economía Social. Foto: Andrés López.

Economía social en todo y para todas

En el pasado personal de Stella hubo un factor determinante que influyó en su apuesta por la economía social: su familia se benefició cuando participó en una mutual (es un esquema de la economía social regido por los principios de solidaridad y apoyo mutuo, como su nombre lo indica, entre sus integrantes). «Desde que nací tengo relación con la economía social. Doy fe de que las mutuales nos dieron acceso a muchos servicios que de otra manera hubiera sido muy difícil acceder», comparte Stella.

Stella es reconocida por más de 18 años de trayectoria en el Centro Universidad Empresa. Como coordinadora del LIFES, brinda servicios de acompañamiento y formación a mujeres interesadas en emprender o desarrollar actividades productivas de manera colectiva, de este modo se emplean los valores y los principios de la economía social. Un ejemplo de esto es el programa de Formación de Líderes Comunitarios para la Promoción de la Economía Social, donde el 95% de sus participantes son mujeres.

«La economía social pone a las personas al centro y da valor al trabajo que cada quien puede aportar. Ir juntas, colectivamente, aunque muchas veces pueda ser más complejo, siempre será mejor. Dice un proverbio africano que ‘solas llegamos más rápido, pero juntas llegamos más lejos’», señala Stella Maris.

Andrea Escobar, orientadora en economía social. Foto: Cultura Jalisco.

«Todo mejora al actuar en comunidad» 

Andrea Escobar es artista visual, dedica parte de su tiempo a la creación artística y actualmente trabaja en la Colmena de Villa de Guadalupe y en el Parque Agroecológico de Zapopan, en el área de educación ambiental, agroecología y economía solidaria.

«Llegué a la economía social desde la agroecología, donde se practica el trueque y surgen propuestas de comercialización», expresa Andrea. Motivada por contribuir con una perspectiva humana, social y de lucha por la justicia, igualdad y cuidado del medio ambiente, desarrolló su formación como orientadora en economía social —en un curso ofertado y conducido por el LIFES— donde destacó por su gran sinergia con los valores y principios del programa.

Para ella es importante que cada vez haya más emprendedoras con esa formación, pues existen mujeres que se desempeñan desde el ámbito artesanal, individual o casero, que podrían obtener mayor alcance para sus emprendimientos con un menor desgaste personal, aplicando los principios, los medios y las propuestas de la economía social: «La incertidumbre que sentimos al afrontarnos al cuestionamiento de cómo generar nuestro sustento es porque hemos aprendido a trabajar desde lo individual, pero todo mejora al actuar en comunidad y con solidaridad», manifiesta Andrea.

Susana García, emprendedora del colectivo de Ñoi. Foto: Ana Ramírez.

«Nunca estamos solas. Siempre hay alguien en el camino que puede apoyarnos»

Susana es mixteca de origen y de corazón, ella es egresada de la carrera de Administración de Empresas y Emprendimiento del ITESO. Su modo de colaborar para dignificar la labor de los artesanos es trabajando con las artesanías, sobre todo en comunidades de pueblos originarios: «Son productos hechos a mano que van con un pedacito del alma del artesano», comparte Susana. 

La educación que le brindaron sus padres fue la clave para que ella participe de manera activa en proyectos colectivos: «En mi familia se acostumbra un término que llamamos tekio, que significa trabajar en comunidad o en conjunto para lograr un objetivo por el bien común. Día a día lo vivimos, por eso ya es muy natural para mí trabajar por un comercio justo. Después de colaborar con mis hermanas que siempre han trabajado en un grupo como líderes de mujeres, nació la inquietud de emprender Ñoi, un colectivo que invita a generar conciencia en las personas para respetar y valorar las diversidades culturales que hay en el país, evitando que estas desaparezcan día tras día», explica Susana.

Entonces Ñoi es un lugar de apoyo para las emprendedoras que tienen dificultades con el acceso a la ciudad y con empresas que se dedican al consumo de grandes volúmenes de negocios locales. La calidad de sus productos hechos a mano, la honestidad y el respeto son valores preponderantes que caracterizan a quienes forman parte de Ñoi: «En ITESO fue que aprendí más de la economía social y solidaria, fue cuando dije: ‘ah, pues exactamente eso somos, qué raro que tengan que estudiarlo’. Lo entendí rápido porque encontré el equilibrio entre la cultura occidental y mi cultura mixteca», relata Susana.

Lo fundamental de que las mujeres participen de manera activa en emprendimientos colectivos va más allá de un sustento económico: «He observado que hay muchas mujeres indígenas que dependen de un hombre, pero cuando ven a otra mujer trabajando, que puede salir adelante sin depender de nadie o que es líder, se dan cuenta de que hay otras posibilidades, otras opciones de vida que les permitirán alejarse de un hombre que las maltrata, aun sabiendo que serán madres solteras. Me gusta que las mujeres se motiven entre ellas mismas, que luchen por sus sueños y su autonomía», expresa Susana.