Mujeres encabezan a la DGA

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La Dirección General Académica y 10 de sus 19 dependencias son lideradas por mujeres. En conversación con cinco de ellas y su titular, conocemos sus apuestas desde la gestión con perspectiva de género.

Hoy en día el colegiado de la Dirección General Académica (DGA) se conforma por una mayoría de directoras. 11 mujeres encabezan a la DGA. Una realidad que, para quienes hemos trabajado en ambientes centralmente masculinos, nos emociona y se percibe como un logro colectivo. En conversación con la directora general y cinco de las titulares, nos comparten desde sus experiencias y trayectorias cómo ha sido la gestión con perspectiva de género.

De acuerdo con Catalina Morfín, directora General Académica, esta mayoría es una apuesta intencionada y resultado del trabajo de muchas, mas no una lógica de cuotas. En la DGA se ha buscado intencionalmente incluir y equilibrar, en los nombramientos como en las contrataciones, la presencia de más mujeres en departamentos y áreas tradicionalmente masculinas, como con hombres en áreas tradicionalmente femeninas.

Para Catalina, como para Sarah Obregón y Ana María Vázquez, respectivas directoras de los departamentos del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) y de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (DESOJ), señalan que se trata de buscar a las personas indicadas, con las credenciales y potencialidades apropiadas, independientes de su género. Proviene, como dice Catalina, «de la vivencia personal, de la experiencia constante de tener que dar y demostrar más que un hombre en los mismos espacios».

Para las directoras, esta gestión se trata de un tema transversal que busca permear en todos los ámbitos laborales. En palabras de Claudia Ibarra, directora del departamento de Economía, Administración y Mercadología (DEAM), «es aprovechar y provocar contextos en donde se viva una diversidad en los equipos y la complementariedad de habilidades y formas de pensar». Por su parte, Mónica Márquez,  titular de la Dirección de Información Académica, subraya que desempeñar una gestión con perspectiva de género surge de «la experiencia de vivir en carne propia la desigualdad, las barreras invisibles, la violencia y el acoso a lo largo de una vida profesional e incluso familiar».

Sin duda, el tema del cuidado de las personas es un punto clave para todas. Catalina constata como cualidad de la DGA que la procuración del cuidado que ejercen directoras y directores favorece mejores ambientes de trabajo. Para Ninfa Pérez, titular de la Coordinación de Innovación, Desarrollo y Exploración Académica (CIDEA), la apuesta ha sido hacer una gestión más humana a partir de esquemas de horarios más flexibles e híbridos para que «el hecho de ser joven o tener hijos pequeños no sea una condicionante de tomar cargos de mayor responsabilidad y de oportunidad para que otras sigan abriéndose camino». A la par, Ana María habla de la escucha y demuestra cómo en su equipo de trabajo es importante dialogar y conocer la situación cuando alguien afronta un problema: «primero es conocer qué necesita la persona antes de ver por qué no cumplió una norma», explica. Para Sarah un tema contundente y no negociable es el abuso o acoso al interior del departamento. Aunque el cuidado es un rol tradicionalmente asignado al género femenino, dice Ninfa «esto no es propio de ser mujeres, hay hombres muy sensibles a las distintas realidades y estilos de vida que hemos elegido cada una, cada uno».

Pero lo de fondo, en lo que coinciden varias, es imaginar otro modo de gestionar y de hacer la vida académica. «Nos construimos bajo una estructura, pero también podemos cambiar eso que hemos construido», afirma Catalina Morfín. Un propósito permanente donde hay que modificar patrones, pues no es suficiente con cambiar los discursos. Mónica identifica que, aunque se habla del tema de equidad de género y se está de acuerdo, aún perviven comportamientos patriarcales en diversos espacios de la vida universitaria. «El trabajo que empujamos es una reflexión y diálogo sobre el por qué hacemos las cosas», apunta Ana María, directora del DESOJ.

Hay camino andado y mucho por recorrer. Las directoras tienen sus apuestas y van sumando acciones concretas, además de tener claros los retos.  

Estrategias en acción

Algunas de las iniciativas que se han puesto en marcha ha sido el taller de docencia con perspectiva de género. A su vez, el grupo de género que abona por la construcción de una mirada académica en torno al género, para pensar de manera conjunta, más universitaria, menos disciplinar y alimentar con formalidad posibles alternativas para la transformación.

Sumando a las propuestas que encabezan las directoras desde sus espacios y equipos de trabajo, Claudia Ibarra afirma que busca fortalecer la mirada de género, la diversidad y la complementariedad, procurando disminuir las desigualdades al identificar grandes retos en las áreas de negocios y emprendimiento, tales como estereotipos e invisibilización de las mujeres por los trabajos de cuidado que tradicionalmente asumen. Por su parte, Mónica Márquez cree en abrir debates, espacios de expresión y asume el reto de redistribuir más equitativamente las tareas, buscar la flexibilización de horarios, facilitar cuestiones relacionadas con las maternidades y paternidades, impulsar causas como el lactario (que ya tiene espacio en la Biblioteca), promover redes de apoyo, cuestionar estereotipos y denunciar cuando sea necesario. Al mismo tiempo, Sarah Obregón también fomenta que se abran diálogos de un modo no confrontativo, sino de aprendizaje, consciencia y transformación de las estructuras mentales. Desde los Estudios Sociopolíticos y Jurídicos, Ana María reconoce que, gracias al empuje de muchas estudiantes, desde hace 20 años que los temas de género han permeado en la currícula de las licenciaturas en Relaciones Internacionales y posteriormente en Gestión Pública y Políticas Globales. «Son cambios que incentivan formas distintas de docencia, gestión y toma de decisiones», sostiene la directora.

Una apuesta por una vida académica diferente, sin violencia de género, equitativa, diversa y enriquecedora requiere una transformación cultural de fondo. Son cambios que llevan tiempo, paciencia y, sobre todo, deseo. Catalina Morfín, directora General Académica de esta universidad, imagina que podemos hacer más si vemos nuestros espacios como un laboratorio de transformación de prácticas. No como consigna, sino como convicción.