En otoño 2017 ingresé al Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos con la tarea de sumarme a los esfuerzos de renovar las materias departamentales, en mi caso, Historia de México. Al ser una asignatura con amplia trayectoria entre el estudiantado, algunas de mis preocupaciones desde el inicio fueron que muchos de los conocimientos han sido reiterativos, particularmente nombres y fechas, procesos nacionales como la Independencia o Revolución, dejando en segunda instancia el análisis, cambios y permanencias, así como la historia regional.
Además, existía una amplia probabilidad de que fuese la última ocasión en que los estudiantes tomaran la materia, por lo que era importante trabajar con herramientas que dotaran de mayor profundidad el análisis histórico y que les fuesen útiles para su formación profesional y social. Finalmente, otra de mis preocupaciones fue la pluralidad de las carreras (Derecho, Relaciones Internacionales y Gestión Pública y Políticas Globales).
Por otro lado, en la asignatura de Manejo de Información y Datos Numéricos, adscrita a la Dirección de Información Académica, sucedió una cuestión similar. Se trata de una materia importante, formativa para toda la universidad que se encuentra en proceso de renovación y fortalecimiento de las técnicas de investigación.
Si bien, ambas son asignaturas con objetivos distintos, el contexto de renovación y la búsqueda de nuevos campos de conocimiento son un factor común. En Historia, una técnica que me funciona es tomar distancia de las formas de aprendizaje de educación básica, centrada en nombres y fechas. Esto, se complementa con un primer módulo de introducción a la historia como disciplina en la que se trabajan asuntos como raza, clase, género, ambiente, geografía, espacio y tiempo, ya que en los procesos históricos intervienen distintas clases sociales, grupos étnicos, géneros, se dan en desiertos, selvas, montes… ¡No todo es Miguel Hidalgo y Benito Juárez!
De manera similar, en Manejo de la Información las herramientas y técnicas de investigación son centrales en el semestre. Sin embargo, una preocupación muy particular respecto al contenido es el análisis y contextualización de datos, búsqueda de tendencias, patrones, cambios y permanencias, contraste de fuentes, técnicas que van más allá del contenido en el aula y que en ocasiones tienen fuertes repercusiones sociales, como la manipulación en redes sociodigitales o la difusión de noticias falsas. Para ello, es preciso desarrollar ciertas técnicas que ayuden a distinguir bulos de hechos.
En cuanto al pasado de los estudiantes con ambas materias se entrecruzan factores como la apatía hacia los nombres y fechas de gente que murió hace más de 100 años —situación que comparto con los estudiantes—. El bronce de los personajes, la dificultad de ver el impacto social de las investigaciones o la propia construcción de una propuesta científica son solo algunos de los retos que estas asignaturas plantean. No obstante, es satisfactorio escuchar en el salón a la compañera que hila la explotación que significa el trabajo no pagado de las mujeres con el desarrollo del capitalismo, o al compañero que analiza una investigación deficiente sobre el tratamiento del COVID con una mala —y peligrosa— política pública.
Además de la posible lejanía que los estudiantes pueden tener con su pasado, encuentro una dificultad de verse como actores históricos, de pensar dentro de un contexto y facción política determinada. Por ello, algunos de los espacios que encuentro más provechosos por la dinámica y la presencialidad son los debates: liberales vs. conservadores, constitucionalistas vs. convencionalistas, reconstrucción de situaciones, actividades con plastilina y palitos, etc. Siempre he pensado que la enseñanza de la historia debería acercarse a una visión «4DX» en la que, los que nos acercamos a los procesos, nos sintamos parte de la Batalla de Celaya, del fraude electoral de 1988 o el levantamiento zapatista del 1 de enero de 1994, que cuestionemos las decisiones y consecuencias de los actores y grupos en cuestión. Por otro lado, al ser una materia cargada al análisis político, una de las intenciones es fortalecer miradas multifactoriales. Sí, es importante la fundación del Partido Nacional Revolucionario, como también lo es el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, la deforestación o la integración de la carne de res y puerco a la dieta mexicana.
En síntesis, considero que los mejores comentarios de los estudiantes se pueden agrupar en dos categorías: 1) espacios en los que se puedan imaginar escenarios históricos o hipotéticos y 2) aquellos encaminados al impacto que las materias pueden tener fuera del salón de clases, es decir, la aplicación de herramientas en su vida cotidiana y cómo estas les pueden ayudar a comprender y abonar a la transformación de su realidad.