¿Por qué hablar de una convivencia universitaria igualitaria?

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El Marco para la convivencia es un recordatorio de fomentar relaciones basadas en principios de justicia, igualdad, libertad y diversidad entre las personas. Una apuesta institucional que invitamos a conocer y compartir.

Parece un pleonasmo. Hablar de convivencia universitaria igualitaria suena redundante. Si seguimos el término latín de universitas, la universidad significa «la unión de todas las cosas«. Atendiendo a este origen, la universidad convoca al encuentro de todos los saberes y, por lo tanto, de todas las personas. Este es el espíritu que se procura mantener al seguir nombrando a la universidad de esta manera. Se entiende como la única vía para lograr su función social de generación de conocimiento y de formación para el desarrollo de una sociedad más justa.  

Es este también el propósito de su conformación como institución y del establecimiento de sus diferentes instrumentos: hacer posible el encuentro con miras a cuestionar, formar y crear. Por ello, deben ser pensados y ajustados en función de la realidad que vivimos.  

Así, pensar la «convivencia universitaria» responde a la necesidad de poner a la convivencia en el centro de aquello que se debe cuidar primordialmente en un espacio educativo como es la universidad. Aunque convivir resulta un asunto más o menos obvio de lo que se da de manera natural en una institución de esta naturaleza, el contexto actual en México de violencia en general, y de violencia de género en particular, nos demanda repensar una y otra vez el mejor modo de construir buenas relaciones entre las personas.

Convivir es «un acontecimiento necesario para lograr procesos de construcción humana compartida y que va mucho más allá de sólo cohabitar en un lugar».1 Requiere de apertura, entendimiento mutuo y, especialmente de respeto, por tanto, ha de llevarse a cabo en igualdad. Así ha quedado expresado en el «Marco para la convivencia universitaria igualitaria», resultado de la preocupación por recuperar los rasgos deseables de nuestro convivir entre quienes coincidimos en esta institución, aunque no se limita a ella.  

Se trata de una invitación permanente a reflexionar en torno a las relaciones humanas, que son la base de nuestra institución en términos de igualdad, por ello, su planteamiento es un recordatorio sobre aquello que nos ha funcionado como comunidad para seguir fomentando relaciones horizontales para la convivencia deseable y necesaria.  

Si bien retoma principios que sabemos necesarios para la convivencia igualitaria, nos lleva al terreno de preguntarnos si en el día a día las tenemos en cuenta para orientar nuestro pensamiento, nuestras motivaciones, nuestras acciones.  

¿Soy consciente de mi vínculo necesario con la sociedad? ¿Soy justo/a al momento de elegir determinada opción? ¿Me relaciono afectivamente entre personas diversas? ¿Tengo presente la posición social en la que me encuentro para reflexionar sobre los efectos de mis acciones o discursos sobre los otros? ¿El campo de libertad en el que actúo lo utilizo para un beneficio que no se limite al mío? ¿Valoro a la otra persona desde el reconocimiento de su vida y, por lo tanto, de su dignidad, aun cuando no piense como yo? ¿Presto suficiente atención a las situaciones de desventaja que sufren otros/a por motivos de género, clase, etnicidad o generación? ¿Hago algo ante ello? ¿Priorizo el bien común sobre lo que podría resultar beneficioso para mí? ¿Desde mi área de acción, propicio la igualdad para el desarrollo de capacidades de mis compañeros, compañeras, colegas? 

Es mucho lo que podemos hacer si comenzamos por el reconocimiento de principios fundamentales como la justicia, la igualdad, la libertad y la diversidad. Podemos construir mucho más al tomar una postura y transformar nuestras actitudes orientadas por la empatía y el cuidado, la solidaridad, el diálogo y la comunicación, el respeto, la apertura y la autocrítica. Y es mucho lo que esto nos puede orientar para modificar nuestras conductas y prácticas. Estos son los contenidos a los que nos invita a revisar este Marco.  

Para mí, se trata un recordatorio necesario en mi día a día como profesora. No obstante, más allá de ser un documento que nos recuerda sobre lo fundamental de nuestra convivencia, abre un diálogo que debe ser permanente sobre aquello que hemos obviado y que hoy la realidad nos vuelve a poner enfrente para ser repensado: somos un nosotros.  

Ya lo enfatizaba nuestro rector, entonces profesor del Departamento de Filosofía y Humanidades, en la Lectio Brevis de hace un par de años: «sólo se puede ser plenamente persona (plenamente humano) en la medida en que somos parte de una relación de comunión con otras personas»2. En pocas palabras, solo con otro ser humano puedo ser persona y podemos ser universidad. 

Notas al pie

1 ITESO. Marco para la convivencia universitaria igualitaria, Documento interno p. 1 
2 Zatyrka Pacheco, Alexander S.J. Lectio Brevis 2020, 25 de agosto de 2020, cruce 788. Disponible en: https://issuu.com/itesocruce/docs/cruce-788_web