El cambio climático y la contaminación ambiental son una amenaza para la supervivencia de muchas especies, incluida la humana. Ante la creciente contaminación atmosférica, el uso excesivo de recursos naturales y la producción de residuos, es crucial trabajar en alternativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente para reducir nuestra huella ecológica y garantizar un futuro habitable para las generaciones venideras.
Cabe recordar iniciativas como la de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2009, cuando declaró el 22 de abril Día Internacional de la Madre Tierra, como parte de un llamado a las instituciones sociales, de gobierno y a la ciudadanía para actuar de manera consciente sobre la conservación del planeta.
Entonces, buscar alternativas para proteger el medio ambiente supone un aspecto necesario para reflexionar desde el ámbito académico y proyectarlo a la sociedad. En este artículo te compartimos tres experiencias de Trabajos de Obtención de Grado (TOG) de un estudiante y dos egresadas de posgrados con los que se promueven soluciones alternativas para la conservación del medio ambiente.
Arquitectura sustentable
Una de las propuestas de la arquitectura sustentable es aplicar e incorporar el diseño arquitectónico de manera responsable, con el propósito de optimizar el uso de recursos naturales y reducir el impacto ambiental que trae consigo la construcción de inmuebles. Lucas Henquín, estudiante de la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables, ha utilizado el bambú como un material alternativo para construir estructuras que tengan la función de techos para cubiertas de amplios claros como invernaderos, canchas de tenis, aulas o grandes bodegas en comunidades rurales de Jalisco.
Actualmente, Lucas se encuentra trabajando en la construcción de una palapa que será incorporada en el poblado de Chiquilistlán, en el sureste del estado, con la intención de promover el aprovechamiento de los recursos de la región en la construcción de estructuras.
Como arquitecto de profesión, Lucas considera que la clave de una arquitectura que enriquezca al desarrollo sustentable es considerar que los proyectos tomen en cuenta de manera equilibrada aspectos económicos, medioambientales y sociales: «La experiencia que me dejó la maestría es que los proyectos de arquitectura con los que yo trabajo deben incorporar estas tres variables en igual medida. Por lo general, casi siempre cuando se habla de sustentabilidad se hace referencia a lo medioambiental, pero yo creo que es importante centrar el trabajo en el impacto social y económico que tiene un proyecto de arquitectura», explica Lucas Henquín.
Por eso, al utilizar el bambú como insumo alternativo para una arquitectura sustentable, Lucas encontró que las propiedades de este material ayudan a capturar CO2 y a infiltrar agua en los terrenos donde el bambú crece. Además, se trata de una especie endémica de la región, esto lo convierte en un material de bajo costo que facilita su acceso para que las personas lo utilicen en la construcción.
«Es importante incorporar técnicas tradicionales para que, como especie, sigamos haciendo uso del planeta. La sustentabilidad tiene que ver con garantizar el futuro de la humanidad en el planeta y que las generaciones que vengan puedan hacer el mismo uso que hacemos nosotros, un equilibrio en la forma en que utilizamos el planeta y la huella que dejamos para el resto de las especies», añade Lucas.
Investigar por un bien común
La sustentabilidad también encuentra su sentido en la aplicación de sistemas y políticas públicas para el beneficio de la ciudadanía. Luz Angélica Magallanes, egresada de Ingeniería Química y de la Maestría en Ingeniería de Productos y Procesos, cuenta cómo fue su experiencia al desarrollar su Trabajo de Obtención de Grado sobre el desarrollo de un modelo que evalúa el impacto de estrategias en materia de calidad del aire a través de escenarios de simulación.
La curiosidad, el manejo de los números y la motivación por aportar con un beneficio común para la sociedad fue lo que la motivó a trabajar en este proyecto: «Cuando trabajas en investigación sobre el medio ambiente lo haces por un bien social del que tal vez ya no te va a tocar ver los frutos de aquello que empezaste, pero tienes la certeza de que alguien más adelante lo verá», afirma Luz Angélica.
En su TOG, Luz realizó un estudio por medio de escenarios de simulación para conocer el impacto de la implementación del sistema de bicicletas públicas MiBici en la disminución de contaminantes dispersos en el Área Metropolitana de Guadalajara. En especial se revisó el material particulado de radio aerodinámico mayor a 10 micras, conocido como PM10 y que emanan los automóviles.
El ITESO, desde su labor de formación académica, promueve la participación colectiva entre estudiantes de nivel licenciatura, posgrado y profesores investigadores. Por esta razón, Luz Angélica formó parte del proyecto Evaluación de impacto de política pública en temas de calidad del aire dirigido por Carlos González Figueredo, académico del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales.
«Creo que este tipo de proyecto visibiliza el problema para comenzar a actuar. Identificar si está funcionando o no una política pública para erradicarla o apoyarla y que los recursos vayan a lo que realmente está funcionando. Eso después de un cierto período de tiempo se verá reflejado en una menor incidencia de enfermedades respiratorias», explica Luz Angélica.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (SEMADET), los automóviles generan el 96% de las emisiones contaminantes atmosféricas. Además, el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEGJ) informó que en 2021 la entidad tenía un registro de 4 millones 186 mil 105 vehículos, mientras que 2 millones 661 mil 363 circulaban en el Área Metropolitana de Guadalajara. Jalisco se ubica como el tercer estado del país con más circulación de autos, solo superado por el Estado de México y la Ciudad de México.
Recursos naturales y residuos
Aida Sofía Vargas se define a sí misma como una ingeniera química con corazón ambiental, ya que mientras era estudiante siempre se decantaba por áreas optativas vinculadas a este ámbito.
En su Trabajo de Obtención de Grado titulado Desarrollo de metodología de análisis de redistribución de residuos en un ecosistema de economía circular regional, explica que la economía circular pretende desvincular la extracción de recursos para instaurar estos ecosistemas; la idea es que los flujos de material que vienen de una unidad productiva o económica como el agua, la energía o los residuos sirvan como insumos para otra actividad económica. Para lograr esto, la propuesta es emplear una metodología de análisis que evalúe posibles estrategias y escenarios para la redistribución de los residuos.
Respecto a lo anterior, Aida explica: «Querer establecer estos sistemas circulares está pensado en tener procesos de crecimiento económico de una forma más sustentable. Frenar la extracción de recursos, encontrar los beneficios de reutilizar y redistribuir lo que antes se consideraba un residuo inutilizable».
Aida Vargas eligió como estudio de caso la industria de la caña. El propósito fue evidenciar, a través de un análisis para optimizar la redistribución de los residuos en la producción, los beneficios socioambientales cuando se decide transitar de procesos de producción lineales a procesos circulares. Para Aida, llevar a cabo este proyecto como parte de sus estudios de posgrado significó un momento para repensar su profesión: «Estudiar esta maestría implicó un proceso de reflexión, de regresar a la problemática que quieres investigar y eso es interesante para pensar en cuáles son las mejores maneras de abordarla. Desde mi formación en licenciatura en el ITESO creo que el aprendizaje significativo ha sido realmente tomar conciencia de que tenemos un compromiso con nuestra sociedad. No podemos tener el desarrollo de una vida profesional que no considere todo nuestro entorno».