Diseño de portada: Rogelio Delgado
El suicidio es una de las principales causas de muerte a nivel mundial y representa un grave problema de salud pública. A pesar de los esfuerzos globales por reducir su incidencia, este tema a menudo permanece en las sombras, envuelto en tabúes y estigmas sociales que dificultan su comprensión y prevención.
Las razones detrás de una decisión tan drástica son complejas y multifacéticas, ya que implican una combinación de factores psicológicos, sociales, económicos y culturales. Este artículo busca arrojar una mejor comprensión de las causas, destacando la importancia de saber intervenir de manera efectiva y ofrecer apoyo a quienes lo necesitan. Se explora cómo la salud mental, las desigualdades sociales y económicas, así como la educación y el acceso a la atención médica, juegan un papel crucial en la decisión de acabar con la propia vida.
Se busca romper estigmas asociados a la salud mental y promover el diálogo abierto. Además, este enfoque puede empoderar a comunidades y personas a identificar señales de alerta y buscar ayuda, contribuyendo así a reducir la incidencia del suicidio. La ciencia no solo tiene el propósito de resolver problemas dentro del círculo académico, sino también de llegar a la sociedad para generar cambios tangibles.
¿Por qué ocurre el suicidio?
Aunque cada caso es único, los expertos coinciden en que el suicidio no se trata solo de un acto impulsivo. El sector principal que se investiga es el de salud y seguridad social, donde viene incluida la salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 700,000 personas se quitan la vida cada año, lo que representa una de cada 100 muertes a nivel global (OMS, 2024).
Estudios recientes han demostrado que más del 95% de las personas que se suicidan tienen un trastorno mental diagnosticable, como depresión o ansiedad, o problemas relacionados con el abuso de sustancias (Cincinnati Children´s, 2021). Estos factores afectan la manera en que las personas perciben sus problemas, llevándolas a creer que no hay salida. Además, eventos traumáticos como el abuso, la pérdida de un ser querido o el aislamiento social también pueden desencadenar pensamientos suicidas. En menores de edad, la falta de apoyo en el hogar y el bullying en la escuela son causas comunes que deterioran su salud mental.
Factores económicos y sociales
De acuerdo con Navas (2022), las mujeres que han sufrido abuso sexual tienen entre 12 y 20 veces más probabilidades de intentar suicidarse, mientras que el abuso sexual en la infancia incrementa el riesgo de conductas suicidas en un 150%. Este factor se relaciona con la violencia comunitaria y estructural, donde el entorno, en lugar de ofrecer apoyo, perpetúa la violencia a través de la exclusión y la desigualdad. Estas dinámicas no solo se aceptan a nivel individual, sino que también se agravan por condiciones sociales y económicas adversas. Datos recientes subrayan que el suicidio está ligado a condiciones económicas y sociales desafiantes. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2023 se registró un incremento en las tasas de suicidio en América Latina, particularmente entre poblaciones vulnerables como personas desempleadas o en situación de pobreza extrema. La OPS también destacó que la inseguridad alimentaria y el acceso limitado a recursos básicos aumentan el riesgo de suicidio en comunidades rurales y marginadas (OPS, 2023). Así mismose encontró como resultado que solo el 20% de las personas con algún trastorno mental reciben tratamiento adecuado (OPS, 2023).
Esto coincide con un informe de los Centros para el Control y la prevención de Enfermedades (CDC) en 2024, que vincula el riesgo de suicidio con el impacto acumulativo de la pobreza y la desigualdad en las áreas locales (CDC, 2024).
La desigualdad social también juega un papel crucial. En zonas rurales, por ejemplo, las tasas de suicidio suelen ser más altas debido a la falta de acceso a servicios de salud mental, pobreza extrema y el empleo de métodos letales como pesticidas. En contraste, en las zonas urbanas, el desempleo y la sobrecarga laboral afectan negativamente la estabilidad emocional de las personas (Familiar Rural, 2022).
En México, la pandemia intensificó estas desigualdades. Factores como el aislamiento, la violencia doméstica y la incertidumbre económica contribuyeron a un incremento en los suicidios. Según el INEGI, los suicidios aumentaron de 3,475 en el año 2000 a 8, 447 en el año 2021. Jóvenes entre 20 y 29 años son los más afectados seguidos por menores de 19 años (INEGI, 2022).
Por otro lado, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (2023), menos del 30% de los países de ingresos bajos y medios tienen programas nacionales de salud mental plenamente operativos. Esta falta de recursos dificulta la detección temprana de trastornos psicológicos y reduce las posibilidades de intervención efectiva.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Castañeda, 2022), señaló que la actividad económica cayó 0,14% durante julio en comparación de mayo 2022. En 2022, las tasas más altas de informalidad laboral se reportaron en el sureste del país, en los Estados de Oaxaca, con el 80,5%; Guerrero, 79,7%, y Chiapas 76,2% (Castañeda, 2022). Estas cifras reflejan la vulnerabilidad de amplios sectores de la población y cómo las condiciones económicas adversas pueden exacerbar los factores de riesgo asociados al suicidio.
El papel de la educación y la comunidad
La educación es un factor decisivo. Una comunidad informada puede identificar signos de alerta y brindar apoyo temprano. Sin embargo, en muchas escuelas persisten problemas como el bullying y el acoso, que aumentan el riesgo de suicidio. UNICEF reporta que más de 4 millones de niños y adolescentes en México no asisten a la escuela, lo que agrava las desigualdades y deja a muchos sin redes de apoyo (UNICEF, 2019). Las instituciones educativas no solo imparten conocimientos académicos, sino que también son espacios clave para promover la salud mental y el bienestar emocional.
Implementar programas de aprendizaje social y emocional (SEL, por sus siglas en inglés) en las escuelas ha demostrado ser efectivo para reducir factores de riesgo asociados al suicidio. Estos programas enseñan habilidades como la gestión de emociones, la resolución de conflictos y la empatía, fortaleciendo la resiliencia en estudiantes. Según la “Guía para la Prevención del Suicidio en Establecimientos Educacionales” (Ministerio de Educación de Chile, 2023), estas iniciativas contribuyen a crear un clima escolar protector y a disminuir la incidencia de conductas suicidas.
Además, la capacitación del personal educativo es esencial. Docentes y asistentes de la educación deben estar preparados para identificar señales de alerta y brindar el apoyo necesario. La formación en detección temprana y en estrategias de intervención puede salvar vidas. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala la importancia de crear vínculos sociales y promover la toma de conciencia en la comunidad educativa para ofrecer esperanza y apoyo a quienes lo necesitan (OPS, 2023).
La participación activa de la comunidad también es crucial. Programas comunitarios que fomentan la comunicación abierta sobre la salud mental y el suicidio facilitan la búsqueda de ayuda. La colaboración entre escuelas, familias y servicios de salud mental crea una red de apoyo integral para los jóvenes. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH), enfatiza que la intervención temprana y el apoyo comunitario son componentes clave en la prevención del suicidio (NIMH, 2023).
El acceso a servicios de salud mental es un componente esencial en la prevención del suicidio. Sin embargo, este acceso sigue siendo limitado en muchas regiones, especialmente en zonas rurales y comunidades marginadas. Aunque en México se han implementado programas como la Línea de la Vida, que ofrece atención telefónica inmediata, la cobertura sigue siendo insuficiente para atender las necesidades de la población. Además, el estigma asociado a la salud mental impide que muchas personas busquen ayuda.
Es crucial que los gobiernos inviertan en la formación de profesionales de la salud mental, así como en la creación de centros accesibles para todas las comunidades. También es fundamental promover campañas de concienciación para reducir las creencias negativas asociadas al suicidio y normalizar la búsqueda de apoyo. Las redes sociales también pueden desempeñar un papel positivo al difundir información sobre cómo acceder a servicios y reconocer signos de alerta en amigos y familiares.
La integración de programas de aprendizaje emocional, la capacitación del personal educativo y la participación comunitaria crean un entorno de apoyo que marca un mejor contraste y resultados. Incluso, la intervención posvención ayuda a contener y abrazar el duelo de los familiares. Durante mucho tiempo ha prevalecido la creencia de que hablar sobre el suicidio, podría incitar su ocurrencia o desencadenar un efecto de contagio. No obstante, la evidencia científica actual señala que abordar este tema de manera responsable con información y sensibilidad ayuda más que dejarlo silenciado o incluso ignorado (Linde, 2019).
¿Cómo podemos ayudar?
Para prevenir el suicidio, es esencial eliminar la estigmatización social en torno a la salud mental y fomentar el acceso a servicios de apoyo. Esto incluye:
- Fomentar el diálogo abierto: Hablar sobre el suicidio de manera respetuosa puede ayudar a las personas en riesgo a sentirse escuchadas.
- Proporcionar recursos accesibles: Líneas de apoyo como el 911 o servicios comunitarios pueden marcar la diferencia.
- Capacitación en primeros auxilios psicológicos: Equipar a maestros, padres y líderes comunitarios con herramientas para identificar y manejar situaciones de crisis.
Reflexión final
El suicidio es una problemática compleja que requiere un enfoque multidimensional ya que interactúan factores psicológicos, económicos, sociales y personales. Recordemos que estas situaciones también afectan a quienes se quedan, a los familiares, amigos, y a toda la comunidad. Desde mejorar el acceso a la salud mental hasta reducir las desigualdades sociales, cada acción cuenta. Para abordar este problema, es necesario romper los mitos asociados al suicidio y fomentar espacios de diálogo abiertos y seguros. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de cuidar a quienes nos rodean y de fomentar un entorno en el que todas las personas se sientan valoradas y apoyadas.
Referencias
Castañeda, R. (2022). Informalidad laboral en el sureste de México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) (2024). Un nuevo informe de los CDC muestra el riesgo de suicidio ligado a las condiciones económicas y sociales locales.
Cincinnati Children’s. (2021). Understanding Suicide: Warning Signs and Prevention.
Familiar Rural. (2022). El suicidio en zonas rurales: factores de riesgo y prevención.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2022). Estadísticas a propósito del día mundial para la prevención del suicidio.
Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH). (2023). Preguntas frecuentes sobre el suicidio.
Linde, P. (2019, October 8). Hablar del suicidio no incita a esta conducta, la previene. El País.
Ministerio de Educación de Chile. (2023). Guía para la prevención del suicidio en establecimientos educacionales.
Navas, A. (2022). Impacto del abuso sexual en las conductas suicidas. Revista Internacional de Psicología Clínica, 35(2), 123-135.
Organización Mundial de la Salud (2023). Informe mundial sobre salud mental.
Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2023). Día Mundial de la Prevención del Suicidio 2023.
Sobre este artículo
Este texto fue ganador del segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario 2025, en la categoría Artículo de Divulgación Científica, organizado por la Feria Internacional del Libro Universitario y la Editorial Universidad Veracruzana.
Sobre la autora
Daniela Villalobos Moreno es estudiante de Psicología en el ITESO. En 2022 recibió una mención honorífica en un concurso de cuento del Instituto Electoral de la Ciudad de México, y en 2025 obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario con el presente artículo de divulgación.