A 30 años, los lesionados aún portan la herida del 22 de abril

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Los lesionados del 22 de abril aún cargan heridas abiertas en un país que tiende al olvido. Tres décadas después, el Estado mexicano sigue sin reparar el daño a las víctimas.

Este viernes 22 de abril se cumplen 30 años de aquella mañana que kilómetros de calle explotaron en el barrio de Analco, al oriente de Guadalajara. Fueron cientos de heridos y muertos, pérdidas materiales y humanas a partir de aquel derrame de gasolina que llegó del poliducto Salamanca-Guadalajara hasta el sistema de alcantarillado del sector Reforma de la ciudad.

Jorge Eufracio Jaramillo es académico de CIFOVIS y lleva años acompañando sobrevivientes lesionados en su búsqueda por justicia. Para él, uno de los grandes problemas está en las negociaciones que se tienen cada que cambia la presidencia municipal en turno, pues considera que el proceso en el que el Ayuntamiento otorga dinero al fideicomiso se debe mantener más allá de quién lo presida.

En 1998 se creó un fideicomiso como solución transitoria. Años después, luego de marchas y protestas, se consiguió que PEMEX aportara 40 millones de pesos. Fuera de eso, Jorge Eufracio comenta que el gobierno federal ha permanecido ausente estos 30 años.

Sonia Solórzano tenía 19 años cuando su vida cambió.  Luego de 22 cirugías y de vencer los pronósticos que la sentenciaban a una vida sin su pierna derecha, la sobreviviente solo depende de una rodillera y su bastón. Hoy forma parte del colectivo del 22 de Abril, conformado por varias asociaciones y un grupo de personas independientes.

Otro de los grandes problemas que enfrentan los lesionados es la deficiencia del sistema de salud que «lleva arrastrándose por décadas», declara el académico. La mayoría de los lesionados requieren servicios de salud especializados y el Estado no tiene la capacidad de brindarles ese nivel de atención. Han vivido un desabasto sistemático de medicamentos y una completa desatención al aspecto integral de la salud, como lo es la atención psicológica. «El estado emocional de mucha gente fue quebrantado. La mayoría fueron excluidos del fideicomiso. Los únicos que dependemos de él somos quienes pudimos demostrar algún tipo de discapacidad», comenta Sonia.

El investigador hace hincapié en las lesiones morales que dejó la tragedia: «hay un daño físico indiscutible, pero a este se suma la desatención sistemática del Estado Mexicano». Jorge Eufracio explica que atender a los lesionados implica ayudarlos a reintegrarse a una sociedad que discrimina a las personas en situación de discapacidad porque no cuenta con la infraestructura para atenderlos, «te das cuenta de que no son las personas las que están discapacitadas, sino que la sociedad es la que discapacita a las personas».

Esto se complejiza a través de una serie de desigualdades estructurales: «las desigualdades que enfrentan como lesionados, como personas de la tercera edad, y si le sumas que la mayoría de las integrantes de la asociación son mujeres, estás ante tres formas de desigualdad que encaran en lo cotidiano. La lesión física se convierte en desigualdades a nivel social», explica el investigador. En esto coincide Sonia, «mientras estemos sanos podemos luchar, pero la mayoría de los compañeros ya son de la tercera edad, ocupan una atención médica integral a nivel geriátrico».

Recientemente se presentó una iniciativa en el Congreso del Estado para que se conforme una Comisión de la Verdad. En palabras de Sonia, esta se encargaría de «llegar al culpable y transparentar la cifra de muertos».Luego de sesionar por nueve horas la mayoría de los diputados se abstuvieron de votar y la iniciativa no pasó. «Presentamos una queja a Derechos Humanos amparándonos en la Ley de Protección a Víctimas en el Estado. Hicimos lo nuestro a nivel local y aprobaron la queja, así que dependiendo la respuesta que nos del Estado lo elevaríamos a nivel nacional», agrega Sonia.

Aunque respeta los diversos puntos de vista, el investigador considera que la responsabilidad política es más urgente que la causal, «Sí tiene que ver con qué pasó aquel día, pero sobre todo que el Estado mexicano acepte la responsabilidad política más allá de quién lo causó o cuáles son las cifras. Que acepte que le debe algo a estas personas y que actúe. Es más importante atender lo que estas personas requieren para tener una cotidianidad en la que no tengan que seguir luchando. Más que memoria histórica es una herida abierta«.

Para conmemorar el aniversario, hoy a las 11:00 horas en el Ágora de Biblioteca se llevará a cabo el conversatorio Explosiones en Guadalajara 22 de abril: 30 años después: testimonios y perspectivas. A la par, en el Auditorio será la presentación del libro Abril en la memoria: 30 años. Conoce la agenda completa de actividades haciendo clic aquí.