¿A dónde se va la comida que tiras?

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¿Alguna vez te has preguntado a dónde llega lo que no terminaste de comer en el almuerzo, la comida o durante el cambio entre clases?

Estéfany Franco

Fotografías: Luis Fernando González

En el día a día, es común que sobren restos de comida en los platos que terminan en la basura o que se desechen simplemente por no lucir estéticamente perfectos. Este desperdicio de alimentos representa un grave problema ambiental y social, ya que implica un despilfarro de recursos naturales, contribuye al cambio climático y agrava la inseguridad alimentaria global. Existen alternativas e iniciativas para mitigar estos impactos, desde el compostaje de residuos orgánicos hasta eventos de concientización donde se rescatan y consumen alimentos en buen estado que de otro modo terminarían en la basura.

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Desde las 5:30 de la mañana, Horacio Peña llega al Centro de acopio de residuos del ITESO, donde se encuentra el biorreactor, una máquina diseñada para producir composta, ubicada detrás de la planta de tratamiento de aguas residuales del campus.  

El biorreactor se desarrolló en colaboración con profesores y estudiantes del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales de las ingenierías Ambiental, Industrial, Química y Mecánica. En 2021, estos grupos de profesores y estudiantes llevaron a cabo las primeras pruebas utilizando residuos orgánicos procedentes del Mercado de Abastos de Guadalajara.

Este contenedor combina los restos de comida con residuos de jardinería mediante movimientos giratorios en su interior para lograr una mezcla con una consistencia similar a la del abono. Al terminar el proceso, esa mezcla aplica en los jardines del campus ITESO para nutrirlos.  

Horacio se encarga de ir a las cafeterías para recolectar en cubetas la basura orgánica generada por los locales comerciales. Luego, pesa las cubetas y, si encuentra restos de gran tamaño, como olotes o cáscaras de fruta, los tritura antes de verter todo el material en el biorreactor. Además, incorpora residuos de jardinería o aserrín recuperados de los talleres de carpintería.

Horacio Peña frente al biorreactor del Centro de acopio de residuos.

Lo más difícil es separar bolsas de plástico, cajas de cartón e incluso vasos de café pues muchos usuarios depositan incorrectamente sus residuos en los contenedores de materia orgánica.

“Lo más interesante es pensar que estos restos que dañan al medio ambiente, aquí se convierten en algo útil para el planeta. Ves el resultado de la mezcla que tiene aroma a tierra, su textura, y que se usa para regresarla al suelo. Pero cuando ves todo lo que llega a los contenedores orgánicos, que no debería estar ahí, sí da un poco de coraje, y quisieras que más gente conociera sobre todo esto para que sea más consiente al momento de tirar sus alimentos”, comenta Horacio.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en cada etapa de la cadena alimentaria se pierden y desperdician alimentos, desde la producción, manipulación, transporte, almacenamiento y distribución, hasta llegar a su consumo.

Como consecuencia de los hábitos domésticos, a nivel mundial se desperdician casi 570 millones de toneladas de alimentos al año. Anualmente, cada persona desperdicia un promedio de 74 kilos de alimentos. En contraste, según datos recientes del informe de la FAO sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo en 2023, se calcula que alrededor de 735 millones de personas sufren hambre o malnutrición.

Contenedores de residuos ubicados en las cafeterías escolares de la universidad.

México se encuentra entre los 20 países que más comida desperdicia en el mundo, con un promedio anual de 94 kilos per cápita, lo que representa un 27% más que el promedio global de 74 kilos, según el reporte del Informe sobre el índice de desperdicio de alimentos 2024 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

Mariana Carrillo, de la Supervisión de Sustentabilidad Operativa de la Oficina de Servicios Generales del ITESO, reporta que en promedio se desechan 6 mil kilos de alimentos al mes en el campus del ITESO. Además, destaca que el desperdicio anual de residuos de comida, de agosto de 2022 a julio 2023 alcanzó los 106 mil kilos.

“La principal causa del desperdicio es que tenemos una cultura muy arraigada de ‘más vale que sobre y no que falte’, es algo muy común y cotidiano que, en las casas, la gente produce alimento en cantidades que no consumen por completo. Lo que comen un día, al siguiente día ya no lo quieren repetir. Eso se da mucho porque somos un país muy vasto, donde muy fácilmente podemos encontrar el alimento”, señala Mariana.

¿Qué podemos hacer para reducir el desperdicio de basura de alimentos?   

La Supervisión de Sustentabilidad Operativa del ITESO, recomienda las siguientes alternativas: 

  1. Cocinar en relación con las porciones que consume cada integrante del hogar.  
  2. Mantener frutas y vegetales en lugares secos y frescos que permitan conservarlos por más tiempo. 
  3. Compartir comida con los compañeros de escuela u oficina para evitar sobrantes.  
  4. Planificar la lista de compras de la despensa, según las necesidades básicas, para evitar su desperdicio.
  5. Reutilizar ingredientes en distintas preparaciones, como platillos principales, sopas o colaciones.  
  6. No juzgar la apariencia de un alimento, ya que el sabor y los nutrientes no dependen necesariamente de su aspecto.  
  7. Etiquetar los recipientes con la fecha de preparación o refrigeración para mantener un control antes de su caducidad.
Participantes de la comunidad universitaria en el evento Disco Sopa ITESO.

Disco Sopa al rescate de los alimentos

El origen de la Disco Sopa se remonta a 2007 en Alemania con el grupo Schnippeldisko y 2012 en Francia con la asociación Disco Soupe como una iniciativa para concientizar sobre el desperdicio de alimentos. Colectivos de estos países comenzaron a recolectar frutas y verduras de supermercados y establecimientos que, por su apariencia estética, se destinaban a la basura, pero que aún se encontraban en buen estado para su consumo. 

Desde entonces, estos eventos se han realizado en diversos países como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, España, Italia, Bulgaria, Singapur e Israel. En América Latina se han llevado a cabo en Argentina, Brasil, Chile, Perú y México. 

En el caso del ITESO, la Disco Sopa se ha convertido en una actividad semestral organizada por el Colectivo de Red de Universitarios Conscientes (RedUC) junto con la Semana del Cuidado de la Tierra. Hasta la fecha, se han realizados cinco ediciones. En el evento más reciente, celebrado en abril de 2024, se recuperaron más de 350 kilos de alimentos desde frutas, verduras y otros productos del Mercado de Abastos de Guadalajara. 

Del total de alimentos recuperados, el 79 por ciento se utilizó para cocinar y el 21 por ciento se destinó a composta. De acuerdo con la Supervisión de Sustentabilidad Operativa del ITESO esto se traduce en la mitigación de 957 kilos de dióxido de carbono (CO₂), equivalentes a 409 litros de gasolina y se evitó el desperdicio de 22 mil 250 metros cúbicos de agua, una huella hídrica equivalente a 8.9 albercas olímpicas. 

Durante estos eventos, tanto estudiantes como profesores del ITESO participan activamente. Un grupo de estudiantes visita el Mercado de Abastos, posteriormente diseñan un menú que incorpore los ingredientes con los que cuentan y se disponen a cocinarlos para compartirlos con la comunidad universitaria.

Yeriel Salcedo, profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) destaca que el objetivo principal de esta actividad es promover la reflexión sobre el impacto ambiental de nuestras acciones diarias. «Cuando abordamos las problemáticas ambientales, es importante conocer también sus causas. Buscamos que los estudiantes vivan y reflexionen sobre la paradoja de que, mientras desechamos alimentos por razones estéticas, hay personas que no tienen acceso a la comida», menciona el académico. 

En un mundo donde el acceso a la comida sigue siendo un desafío para muchos, la Disco Sopa representa una acción significativa que busca marcar la diferencia y promover la conciencia sobre el impacto de nuestras decisiones de todos los días.