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Envejecer es una certeza compartida. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en cómo lo haremos o qué tipo de acompañamiento emocional y social necesitaremos. En México, como muchas en otras sociedades, estamos envejeciendo a un ritmo acelerado. De acuerdo con estimaciones por el Consejo Nacional de Población de 2025, las personas mayores de 60 años ya representan más del 12% de la población, y se espera que para 2050 sean más del 22% del total nacional. Este cambio demográfico plantea un desafío urgente para los sistemas de salud y, sobre todo, para la forma en que entendemos el bienestar durante la vejez.
Cuando pensamos en los problemas que enfrentan las personas mayores, solemos imaginar enfermedades crónicas o pérdida de movilidad. Rara vez consideramos que las adicciones –tradicionalmente asociadas a los jóvenes– también forman parte de esta etapa de la vida. La ludopatía, el consumo excesivo de benzodiacepinas, el abuso de alcohol o incluso la dependencia a medicamentos para dormir para el dolor, son una realidad silenciosa que afecta a millones de adultos mayores en México y el mundo.
Un fenómeno poco visible
Durante su participación en la III Jornada de Salud Mental, la médica geriatra Maria Ximena Ordoñana Tejedo subrayó la urgencia de atender este problema con la frase: “Tenemos todo por hacer”. Su afirmación resume la falta de atención que este tema recibe, especialmente en nuestro país, donde las estadísticas más recientes datan de 2015 y el fenómeno es poco estudiado.
La Organización Mundial de la Salud advierte que las adicciones en adultos mayores suelen pasar desapercibidas porque los síntomas se confunden con otros problemas de salud, como la depresión o el deterioro cognitivo. Además, los estereotipos sociales –que asumen que las personas mayores “ya no cambian” o “es parte de su edad”– contribuyen a invisibilizar el problema.
La ludopatía, por ejemplo, ha encontrado un terreno fértil en la era digital. Plataformas de apuestas en línea como Caliente.mx —con más de 220 millones de visitantes mensuales— o juegos de sorteo virtuales ofrecen una promesa de entretenimiento que, en muchos casos, se convierte en una vía de escape frente a la soledad o el aburrimiento. Un reportaje de Unidiversidad señala que los adultos mayores suelen involucrarse en este tipo de dinámicas no tanto por ambición económica, sino por la necesidad de llenar vacíos emocionales.

El cerebro también envejece
Las adicciones no son solo un asunto de voluntad; implican una alteración profunda del funcionamiento cerebral. De acuerdo con el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, todas las adicciones activan el circuito de recompensa, un sistema neuronal que utiliza la dopamina para generar sensaciones de placer y motivación. Es decir, el cerebro se adapta cada vez más a los estímulos que provocan los medicamentos, el alcohol o el juego, y las personas necesitan dosis más altas o conductas más intensas para sentir el mismo efecto. En los adultos mayores, este proceso puede ser más peligroso, ya que el envejecimiento cerebral reduce la plasticidad neuronal y altera la respuesta a los fármacos o sustancias.
En este sentido, la psicofarmacología, entendida como el estudio de los efectos de los medicamentos en la mente y el comportamiento— tiene una gran relevancia. En México, el uso prolongado de benzodiacepinas como Diazepam (Valium), Alprazolam (Xanax) o Clonazepam (Rivotril) son comunes entre personas mayores que padecen insomnio o ansiedad. Aunque estos fármacos pueden ser útiles a corto plazo, su consumo sin supervisión médica puede generar tolerancia, dependencia y deterioro cognitivo.
El informe «¿Qué dice la ciencia sobre las benzodiacepinas?», publicado por la Secretaría de Educación Pública, advierte que el uso prolongado de estos medicamentos altera la memoria, la coordinación motora y aumenta el riesgo de caídas o fracturas, especialmente en personas mayores de 65 años. Además, los síntomas de abstinencia –como irritabilidad, insomnio o crisis de ansiedad—dificultan suspender su consumo, lo que perpetúa un ciclo de dependencia que muchas veces inicia por una receta médica mal controlada.
Factores sociales y emocionales
Más allá de los cambios biológicos, las adicciones en la vejez tienen un componente profundamente humano. Situaciones como la jubilación, la pérdida de la pareja, la soledad, la pérdida de movilidad y el aislamiento social son factores que incrementan la vulnerabilidad emocional y pueden predisponer al desarrollo de conductas adictivas.
Somos parte de una sociedad que asocia la vejez con la inactividad o la inutilidad, muchas personas mayores buscan refugio en rutinas que les devuelvan una sensación de control o placer inmediato. El juego, las compras compulsivas o el uso excesivo de medicamentos pueden funcionar como anestésicos emocionales frente a la sensación de pérdida o vacío.
Inclusive, las campañas de prevención y educación en salud suelen enfocarse en jóvenes, dejando fuera una población que, paradójicamente, necesita más acompañamiento psicológico y social.

México ante el desafío del envejecimiento
Mientras que países como España o Canadá avanzan en programas de atención específica para las adicciones en adultos mayores, México sigue rezagado en su investigación y políticas públicas. La falta de estadísticas actualizadas refleja la urgencia de invertir en estudios y en infraestructura especializada. De hecho, la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) anunció que en julio de este año comenzarían el levantamiento de información en visitas domiciliarias, sin embargo, aún no se han publicado los resultados.
La salud mental debe entenderse como parte esencial del envejecimiento saludable. Esto implica no solo prevenir el abuso de sustancias, sino también crear espacios de convivencia intergeneracional, impulsar redes de apoyo comunitario y reconocer que la vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad, sino una llamada a la empatía.
Como recuerda la OMS, la vejez no es una enfermedad, sino una etapa más del ciclo vital, con sus propios desafíos y oportunidades. Reconocer las adicciones como parte de ese panorama es un paso fundamental hacia una sociedad más consciente, cuidadosa y sensible.
Hablar de adicciones en esta etapa no es señalar, sino humanizar. Entender que los vacíos emocionales no distinguen edad, que la dopamina no se jubila y que envejecer con dignidad significa también tener derecho al acompañamiento, a la escucha y a la esperanza.
Y tú, ¿qué tanto piensas en los adultos mayores?
Para saber más
- Antolex. (2023). Las adicciones en la tercera edad: causas y factores de riesgo. Recuperado de https://www.antolex.es/las-adicciones-en-la-tercera-edad
- Clínica Dexeus. (2023). ¿Qué pasa en el cerebro de una persona adicta a las sustancias? Recuperado de https://www.psiquiatriapsicologia-dexeus.com
- Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2022). Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Personas de Edad. Recuperado de https://www.inegi.org.mx
- National Institute on Drug Abuse (NIDA). (2024). Las drogas, el cerebro y la conducta: la ciencia de la adicción. Recuperado de https://nida.nih.gov/es/publicaciones
- Organización Mundial de la Salud (OMS). (2023). Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud. Recuperado de https://www.who.int/es
- Ordañana Tejedo, M. X. (2025). Adicciones en la vejez: una realidad que no podemos ignorar [Ponencia]. Universidad Autónoma de Guadalajara.
- ¿Qué dice la ciencia sobre las sustancias psicoactivas? Benzodiacepinas Hoja de datos Generalidades. (n.d.). https://estrategiaenelaula.sep.gob.mx/storage/recursos/2023/04/WOBpDl4xD5-Documento-de-Consulta_Que-dice-la-ciencia-Benzodiacepinas.pdf
- Unidiversidad. (2023). Ludopatía en adultos mayores: cuando los vacíos se llenan con juego. Recuperado de https://www.unidiversidad.com.ar




