El camino hacia la igualdad de género en la educación superior, especialmente en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), es un desafío vigente en pleno siglo XXI.
Aunque las estadísticas muestran un aumento en la matrícula de mujeres en programas de doctorado, aún se enfrentan a obstáculos significativos para consolidar sus carreras académicas y profesionales en estos campos tradicionalmente dominados por hombres.
En México, según datos del explorador ExECUM de la UNAM, la última década ha visto un incremento en la matrícula de estudiantes de doctorado, con más de 31,000 mujeres inscritas en 2022, cifra que supera a los 28,000 hombres matriculados en universidades públicas y privadas. Sin embargo, esta aparente ventaja numérica no se traduce necesariamente en una representación equitativa en puestos de investigación y liderazgo académico.
Un estudio de 2021 del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) arroja luz sobre esta disparidad. Analizó datos de más de 300,000 empleados en instituciones públicas de educación, ciencia y tecnología, el IMCO reveló que las mujeres están subrepresentadas en puestos directivos. Solo el 35% de las direcciones generales en estos sectores cuentan con una mujer al frente. Además, el estudio encontró una brecha salarial significativa, atribuida en gran parte a la baja proporción de mujeres en puestos de mayor jerarquía e ingreso.
Desde una panorámica global, la UNESCO reporta que las mujeres constituyen apenas el 33.3% de los investigadores en el mundo. Esta disparidad refleja no solo barreras institucionales, sino también desafíos personales y sociales que las mujeres deben superar para alcanzar sus metas académicas.
Para ilustrar esta realidad, nos acercamos a las historias de Edna Guevara y Aurea Moreno, las primeras egresadas del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería del ITESO, una década después de la creación del programa. Sus experiencias ponen de manifiesto los retos comunes que enfrentan las mujeres en su búsqueda por contribuir al avance científico y tecnológico.
Edna Guevara, ingeniera en Electrónica con dos maestrías en Robótica y Calidad y Productividad, vio su sueño de obtener un doctorado postergado por responsabilidades familiares. Después de dedicarse siete años al hogar, retomó sus estudios y enfrentó desafíos como la pandemia de COVID-19 y la pérdida de becas. Su perseverancia la llevó a completar una tesis sobre economía circular aplicada a pequeñas y medianas empresas. Con esto, rompió estereotipos y abrió camino para otras mujeres en el campo.
Por su parte, Aurea Moreno, también ingeniera Electrónica con una maestría en Diseño Electrónico, tomó la audaz decisión de renunciar a su trabajo para dedicarse de lleno al doctorado. Enfrentó el reto de equilibrar sus estudios con las responsabilidades del hogar, a menudo invisibles pero demandantes. Su pasión por las matemáticas y la optimización numérica la impulsó a convertirse en la primera alumna en terminar el programa en menos de cuatro años.
Ambas historias subrayan la importancia de la representación femenina en áreas STEM. Como señala Aurea: «Las mujeres debemos ser buenas en todas las cosas, porque nos equivocamos en algo pequeño y te dicen ‘es que eres mujer, no le sabes, no es lo tuyo’». Esta presión adicional es reflejo de los prejuicios persistentes que las mujeres deben superar en su camino hacia el éxito académico.
Estos relatos no solo ilustran los obstáculos que enfrentan las mujeres en la ciencia y la tecnología, sino que también sirven como inspiración para las generaciones futuras. Como afirma Edna: «Yo espero que les sirva a las chavas que vienen que nos vean y sepan que sí es posible».
Si bien es reconocible los avances significativos en la participación de las mujeres en programas de doctorado en ciencias e ingenierías, los datos del IMCO revelan que aún persisten brechas significativas en términos de representación en puestos directivos y equidad salarial.
Las historias de Edna y Aurea son testimonio de la determinación y el talento de las mujeres en la ciencia, y subrayan la necesidad de continuar trabajando por un entorno académico más inclusivo y equitativo, no solo en la formación, sino también en las oportunidades de desarrollo profesional y liderazgo.