Las adicciones constituyen un desafío multifacético. Problemáticas como las crisis económicas recurrentes, la pobreza, la modernización, la globalización, el aumento de la violencia y el creciente uso de Internet crean un contexto propicio para que los jóvenes y adultos caigan o recaigan en las drogas. En México, este problema se ha exacerbado, el país pasó de ser principalmente un mercado de producción y tráfico de drogas a uno de consumo. En este contexto, Jalisco se encuentra entre los estados con mayores índices de consumo de sustancias a nivel nacional, lo cual es particularmente preocupante entre los estudiantes de secundaria y preparatoria.
Un proyecto para encontrar respuestas
Ante esta problemática, una investigación multidisciplinaria del ITESO, liderada por la Dra. Noemí Gómez durante seis años, realizó un estudio exhaustivo centrado en el papel que desempeñan las emociones. Lo que diferenció este trabajo fue colocar a las personas autonombradas como adictas y sus experiencias personales en el centro de la investigación.
El estudio abordó factores desencadenantes de conductas adictivas como la violencia en la familia, el contexto social, la necesidad de una pareja y los vacíos espirituales. Al triangular el conocimiento académico con la experiencia de organizaciones civiles que trabajan día a día con adictos, se recuperaron saberes de quienes han vivido la adicción en carne propia.
En entrevista, la Dra. Noemí Gómez destacó la importancia de estudiar esta problemática desde la perspectiva de las emociones: “Hay una tendencia tanto en los campos de investigación como en proyectos de prevención y tratamiento de intentar entender (este problema) solo desde el consumo. Una persona que no ha sido capaz de enfrentar emociones puede buscar salidas paliativas. Lo emocional, más que una lista de alegría, enojo, etcétera, es la manera en la que una persona está situada en el mundo”.
Este proyecto incluyó 158 entrevistas a dirigentes de centros de internamiento y 58 entrevistas a profundidad a hombres y mujeres en proceso de rehabilitación con más de 10 años de sobriedad, así como a 12 familiares y a 8 adictos activos.
A continuación, te presentamos algunos de los resultados y conclusiones de la investigación.
Cambios en el consumo
Cada vez más personas consumen drogas como la marihuana y el cristal. Esto se debe a que es más fácil conseguirlas, su uso generalizado y una creciente tolerancia social hacia estas sustancias. Como resultado, su consumo se percibe como algo normal y aceptado en ciertos entornos. Antes el estereotipo del alcohólico era más predominante, pero ahora la tendencia es mezclar varias drogas, a veces sin estar completamente conscientes de los riesgos involucrados.
La ruptura con la autoridad
Todos los entrevistados señalaron haber vivido en entornos marcados por la violencia y haber participado en actos violentos en algún momento. Manifestaron que en medio de su adicción, o antes, sentían miedo y rabia hacia su familia y la sociedad en general. Se sentían fuera de lugar, como si no fueran capaces de cumplir con las expectativas impuestas sobre ellos.
En este sentido, la investigadora Noemí Gómez nos recuerda las palabras de Bill W., fundador de Alcohólicos Anónimos: “El adicto (Bill hablaba solo del alcohólico) es alguien que ha roto con el tope de la autoridad. Llámese empleador, profesor, padres de familia. Pero también incluye otro nivel de tope de autoridad, las instituciones sociales. Pero aún hay otro nivel: el poder superior”.
Llenar el vacío
En esta investigación, los participantes describen a los adictos como individuos en búsqueda, como si anhelaran encontrar a Dios, pero sin saber dónde ni cómo hacerlo, hasta terminar encontrando las drogas en su camino. Cuando alguien se vuelve adicto, su creatividad y energía se desvían hacia la destrucción y la oscuridad. Se sienten extraviados entre emociones confusas que constantemente los ponen en riesgo.
Se describen a sí mismos como individuos sensibles que experimentan emociones intensas, lo cual los lleva a sufrir considerablemente y los hace más susceptibles de caer en la adicción. Este sufrimiento se agrava por un sentimiento de vacío espiritual, originado en problemas de su entorno social y familiar, así como en conflictos no resueltos en su infancia.
Mujeres y adicciones
Muchas de las mujeres participantes en el estudio enfrentan un problema grave conocido como codependencia, tan perjudicial como el consumo de drogas o incluso más allá. Se descuidan a sí mismas para estar con otra persona, mientras tratan de salvarla o cambiarla, lo cual les causa un profundo sufrimiento. A menudo, ellas empezaron a consumir drogas para integrarse en un grupo o por invitación de sus parejas.
Cuando estas mujeres reciben ayuda para su adicción, cuestionan sus nociones sobre el amor romántico, para dar paso a otras maneras de relacionarse. Hablan de un ‘amor adulto’, alejado de las relaciones de profunda dependencia.
Las entrevistas revelaron la violencia sexual como una vivencia recurrente entre ellas. En numerosos casos, estas experiencias traumáticas desencadenaron el consumo de sustancias, lo cual incrementó la vulnerabilidad ante situaciones de violencia y estigmatización, colocándolas en un círculo difícil de romper.
El asunto del género también fue central en la investigación. De acuerdo con la académica del ITESO: “En los últimos 14 años aumentó 300 por ciento el ingreso de las mujeres al mundo del consumo, en particular del alcohol y del cristal”. Esta problemática da cuenta de cambios sociales, en donde las mujeres han adquirido conductas de riesgo consideradas típicamente como masculinas. El consumo en mujeres representa un problema de salud pública, con grandes retos referentes al diseño de programas de tratamiento y atención que respondan a las necesidades particulares de esta población.
Infancias en el desamparo
Los especialistas que han hablado sobre este tema señalan que los niños y niñas que desarrollan adicciones suelen experimentar una profunda tristeza en sus vidas. En sus familias, las relaciones no son armoniosas; no hay sentido de unión ni de aceptación, y el futuro no parece claro. Los niños carecen de modelos a quienes admirar o seguir como ejemplo. Estos niños se sienten muy solos y sin valor. Por eso, buscan en las drogas una manera de sentirse parte de un grupo para ser aceptados y valorados, así como una vía de escape de su realidad.
El mayor prejuicio
Ante la pregunta acerca de cuál es el prejuicio más difícil de superar en relación con las adicciones, la académica responde: “El adicto en sí. La persona adicta representa todo lo que la sociedad rechaza en su vida. Es alguien que perdió el control, alguien que desconoció, que golpeó a su familia. Alguien que abandonó a sus hijos. Hombres, mujeres, que dejaron de trabajar. Alguien que delinque. Es como si el adicto representara lo antihumano. Al mismo tiempo, representa esa otra cara de este mundo consumista maravilloso: la fiesta, los likes, el éxito. Podemos ver varios focos de exclusión en la sociedad: los niños, los indígenas, las mujeres encarceladas, los migrantes. Pero el adicto ni siquiera llega a ser foco de exclusión social. Es lo más deplorable. Y al mismo tiempo, para las familias, es ‘pobrecito, hay que salvarlo’. Son personas que quedan marcadas por el estigma y el rechazo social”.
Nuevas perspectivas
A pesar de lo sensible del tema, Noemí Gómez obtuvo el respaldo de diferentes instituciones, incluido el ITESO, lo que resultó en una plétora de productos académicos y de divulgación: 14 temas de investigación, 30 eventos académicos, 11 charlas y presentaciones, y más de 9 publicaciones hasta la fecha. Entre estas destaca el libro Soy adicto, soy adicta… dicen que soy hipersensible, de Miguel Flores, Noemí Gómez, Mitza Pérez y Casimiro Arce.
Esta investigación multifacética, con un enfoque cualitativo centrado en las historias de vida de las personas, ofrece una mirada integral y profunda sobre el complejo fenómeno de las adicciones. Al dar voz a los protagonistas e integrar perspectivas teóricas y prácticas, este estudio logra una mejor comprensión de la problemática y crea estrategias para su prevención.
El estudio de las emociones en el contexto de la problemática de las drogas revela una dimensión esencial, pero a menudo pasada por alto de la experiencia humana en el proceso de adicción y rehabilitación. Las emociones no son simplemente reacciones pasajeras, son fuerzas poderosas que moldean el comportamiento, las relaciones y la capacidad de acción de los individuos. Podemos ver más allá de los estereotipos y las estadísticas para reconocer a los seres humanos que se encuentran detrás de las conductas adictivas.
La academia desempeña un papel fundamental en el estudio de la adicción, al ofrecer perspectivas que informan y aportan conocimiento para la creación de políticas, programas y prácticas orientadas a afrontar este desafío en la sociedad. Investigaciones como esta fungen como un puente entre los conocimientos teóricos con los saberes prácticos de organizaciones y colectivos que trabajan en primera línea con personas adictas. Esta sinergia entre diversos actores sociales sienta las bases para una comprensión más integral y la generación de soluciones más efectivas ante un fenómeno multidimensional como la adicción.