Por Tania Zohn
Académica del Departamento de Psicología Educación y Salud
En todo vínculo que entablamos como seres humanos, las expectativas están presentes.
Cuando elegimos una pareja, esto es particularmente relevante por el significado que tiene en nuestra vida este tipo de relación. Deseamos sentirnos de cierta manera, tener ciertas experiencias y alcanzar ciertas metas.
Por ejemplo, podríamos desear sentirnos únicos para alguien y ocupar el primer lugar en la vida de la otra persona; podríamos querer experimentar cercanía física y sexual, y podríamos buscar tener un proyecto de vida a través de la constitución de una pareja.
Siempre tenemos expectativas. Buscamos ciertas características y atributos en la otra persona y llegamos a la relación con un montón de ideas de lo que debe de suceder o cómo nos gustaría que sea la relación y el otro.
Según un estudio publicado en 2008 por investigadoras de la UNAM especializadas en dinámicas familiares y de pareja, se ha encontrado que al estar en una relación esperamos una buena comunicación, estabilidad y una convivencia sana. Además, el psiquiatra estadounidense Clifford J. Sager sugiere que, al estar en pareja buscamos dejar de sentir soledad, responder a las expectativas sociales y asegurarnos un futuro en lo económico y familiar. Las ideas de Sager han sido una referencia clave para este artículo.

Existen diferentes tipos de expectativas que operan en nuestra elección y mantenimiento de una pareja. Algunas de estas las podemos identificar con relativa facilidad, otras permanecen un tanto ocultas o latentes, operando de manera inconsciente.
De entrada, están las expectativas de los significados que se tienen en torno a lo que es una relación de pareja, el noviazgo, el matrimonio, etc. Expectativas como protección, cuidado, compañía, ser equipo, solidaridad, fidelidad, seguridad, sexualidad, familia. Cada persona llega a la relación con propósitos específicos depositados en el concepto de la situación de pareja.
Además, están las expectativas que tienen que ver con las necesidades personales que se asocian al estar con una pareja. Frecuentemente estas necesidades forman parte de la identidad de la persona y tienen que ver con su historia.
Otras necesidades pueden estar de manera latente y se activan de manera directa con la creación del vínculo de pareja. Este tipo de expectativa tiene que ver con lo que se busca recibir y dar en torno a temas como: independencia, dependencia (o codependencia), nivel de actividad o pasividad, intimidad o distanciamiento, uso o abuso del poder, control (dominio) o cuidado, temor a la soledad o miedo al abandono, regulación y expresión emocional, identidad y vivencia de la sexualidad, aceptación de sí mismo y del otro, la forma de pensar y percibir las situaciones de la vida, el modo de afrontar y resolver problemas.

Por último, están las expectativas que se depositan en áreas específicas de la interacción con la pareja y otros sistemas vinculares asociados (reales o hipotéticos): la comunicación, relación con la familia del otro, estilo de vida, hijos, dinero, sexo, valores, amistades, roles, intereses, entre otros aspectos de la vida en común.
Los conflictos se generan cuando hay una distancia entre lo que se espera y lo que se obtiene. Desde luego, hay expectativas que son más importantes que otras y esto varía en cada persona, de acuerdo con su historia personal. En realidad, los problemas surgen porque muchas veces esperamos algo que la otra persona sencillamente no puede darnos. Porque montados en nuestras expectativas, atribuimos una serie de factores al otro que no posee.
Es frecuente que las personas expresen que se sienten decepcionadas porque no se han cumplido sus deseos en la relación. Lo más probable es que no se hayan dado a la tarea de conocer al otro de manera más profunda, además de que la mayoría de esos deseos son la expresión de carencias o necesidades personales que permanecen inconscientes. No hay un conocimiento de sí mismo tampoco.
¿Qué podemos hacer?
En el tema de las expectativas con la pareja, hay mucho por hacer. Algunas acciones serán de carácter individual y otras se pueden atender en conjunto con nuestra pareja.
Un asunto muy importante es comprender que cada uno de nosotros tiene un “contrato individual”, término con el que el psiquiatra Clifford J. Sager se refirió a la colección de cláusulas que buscamos cumplir o satisfacer a través de la relación. Un primer paso puede ser darnos a la tarea de conocer de qué está hecho este contrato; hacer un análisis reflexivo personal y profundizar en las razones que tenemos para estar con una pareja, qué esperamos lograr, qué colocamos en el otro. Implica un ejercicio de revisión y toma de conciencia.
En este trabajo, podemos integrar una evaluación de los conflictos o decepciones que hemos vivido con la o las parejas que hemos formado y revisar (de la manera más objetiva posible) los motivos por los cuales han surgido las desavenencias o las decepciones. Tal vez podemos descubrir que estuvimos buscando a alguien desde una carencia personal o una necesidad de dependencia. Darnos cuenta, por ejemplo, de que, en lo profundo, esperábamos encontrar en esa persona un alivio a las heridas personales.
Por otra parte, también podemos trabajar esto con nuestra pareja. Proponer un diálogo en el que cada uno exprese —lo más detallado y específico posible— aquello que esperamos del compañero y de la relación. Una buena idea al hacer esto (para evitar discusiones inútiles) es hacerlo por turnos y enfocarse solamente en compartir, sin pretender generar acuerdos. Sirve identificar semejanzas y diferencias en las expectativas. También ayuda que cada uno vaya notando la viabilidad de aquello que espera.

Por ejemplo, si sabemos que nuestra pareja por nada del mundo renunciaría a reunirse con sus amigos a jugar cartas cada semana, difícilmente será viable que yo mantenga esa expectativa, confiando en que con el tiempo eso cambiará, por su interés de estar conmigo.
En cualquiera de las dos formas — individual o en pareja — que aquí proponemos para trabajar las expectativas y tratar con ello de evitar o resolver los conflictos, será muy útil tener un listado de temas o aspectos con base en los cuales se pueda desarrollar la revisión. Como una sugerencia amplia (que no agota posibilidades) se pueden tomar temas como: valores, proyecto de vida, creencias, dinero, sexo, amistades, estilo de vida, ambiciones, trabajo, familia, etc.
Lo que sirve para trabajar con las expectativas es buscar la comprensión y estar abiertos al cambio. Entender qué buscamos cada uno y aclarar los puntos importantes de los contratos individuales.
Es fundamental poner en el centro los elementos “mutuamente satisfactorios” que suceden en la relación. Esto nos ayudará a tomar conciencia de los aspectos valiosos de la relación y puede servir como un aliciente para sumergirnos en asuntos más amenazantes.
Para trascender las diferencias y lograr un trabajo que favorezca el cambio, es básico esforzarse por tener una comunicación abierta entre los integrantes de la pareja.
¿Y si ya nada funciona?
Cuando la situación de pareja está en un punto muy crítico y ya no es posible la comunicación, tal vez convenga incluir a un tercero en la conversación. Una terapia de pareja o un proceso de orientación psicoeducativa conjunta puede ayudar a construir un espacio de diálogo en el que se resignifiquen las diferencias. Asimismo, puede favorecer la toma de una decisión dolorosa pero saludable, como la separación.
Cuando un vínculo de pareja es viable, la clarificación de los contratos individuales suele generar un gran alivio en cada una de las personas y en la relación. En la terapia de pareja, al trabajar con las expectativas a profundidad, cada una de las partes de la pareja se enfrenta con realidades que antes se desconocían.
Algunas veces, se puede dar el caso de que, al revelarse las cláusulas de los contratos individuales, se descubren desavenencias o antagonismos graves, que pueden desencadenar la ruptura del vínculo.
La relación de pareja implica un esfuerzo continuo para cuidar lo que somos juntos, así como lo que somos en lo individual. Las expectativas son un punto que articula los distintos componentes.
Referencias
Garrido Garduño, Adriana , Reyes Luna, Adriana Guadalupe , Torres Velázquez, Laura Evelia , Ortega Silva Patricia . Importancia de las expectativas de pareja en la dinámica familiar. Enseñanza e Investigación en Psicología [en línea]. 2008, 13(2), 231-238. ISSN: 0185-1594. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29213203
Sager, C. J. (2009). Contrato matrimonial y terapia de pareja (2ª ed.). Amorrortu Editores España SL.
Sobre la autora
Tania Zohn es maestra en Terapia Familiar Sistémica y doctora en Educación. Actualmente es la coordinadora de la Maestría en Psicoterapia del ITESO.
El origen de este texto
Este artículo fue resultado del primer Taller de Formación de Divulgadores, organizado por la Coordinación de Divulgación y Difusión Académica y la Dirección de Investigación y Posgrado del ITESO.