Foto de portada: Marsela Santillán, cocinera tradicional, asa ciruelas, tomate verde, chiles de árbol y chacales de río.
Fotografías por: Roberto Ornelas.
Este relato empieza con una salsa picante de chacales. Tal vez el nombre no te resulte familiar, pero si alguna vez estuviste en Colima, es posible que incluso los hayas probado en un caldo bien caliente.
Los chacales son un tipo de langostino endémico de América, de sabor intenso y muy similar al del camarón. Al igual que la jamaica, la ciruela o las semillas de parota, son ingredientes representativos de la cocina tradicional colimota, una herencia culinaria preservada por el colectivo Mujeres del Fuego.
Desde hace tres años, el ITESO, a través de sus programas de licenciatura y su maestría en diseño, ha acompañado a este colectivo de cocineras tradicionales en la organización y evolución de un proyecto que apuesta por la preservación del patrimonio cultural que resguardan en sus manos y cocinas.
Con sazones e ingredientes que abarcan desde la costa hasta la sierra de su estado, las Mujeres del Fuego conforman un grupo de cocineras tradicionales que mantienen viva la tradición gastronómica de Colima.


Al cierre del semestre de Primavera 2025, estudiantes del ITESO presentaron los resultados de un proceso de trabajo que, como la buena cocina, ha requerido tiempo, aprendizaje y colaboración. El motivo del taller de salsas fue la presentación de la prueba piloto de la estufa colimota: un diseño innovador gestado desde la universidad, donde la cocina ocupa un lugar central en el quehacer y el aprendizaje colaborativo.
A lo largo de tres años, más de 40 estudiantes de las licenciaturas en Diseño, Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje, así como de la Maestría en Diseño Estratégico e Innovación Social, se han sumado a este proyecto con ideas, propuestas y muchas horas de trabajo en diálogo constante con las mujeres.
El acompañamiento del ITESO ha sido un proceso académico y comunitario que integra investigación, diseño, construcción, evaluación y retroalimentación. Se trata de una colaboración iterativa y adaptativa, con un fuerte énfasis en la experimentación, el aprendizaje compartido y la documentación sistemática, cuyo objetivo es transferir conocimientos y aprendizajes a las siguientes etapas del proyecto.

Desarrollo de la estufa colimota
El desarrollo del prototipo se ha llevado a cabo en distintas etapas a lo largo de varios semestres: desde la conceptualización y la experimentación, hasta la construcción y evaluación del modelo en condiciones de uso real. Durante este último semestre, el trabajo se centró en la fase de construcción. Fue en este momento cuando el diseño tomó forma definitiva y se tradujo en una estructura funcional, pensada para responder tanto a las necesidades prácticas como al sentido comunitario del proyecto.
La estufa tiene una forma circular, diseñada para reunir a las cocineras y sus aprendices alrededor del fuego: un espacio colectivo donde se aprende haciendo. La propuesta se inspira en el modelo de la estufa Lorena, adaptado para reducir la emisión de humo nocivo y mejorar las condiciones de cocción.

Desde el inicio, se buscó que el prototipo fuera viable, asequible y construido con materiales de la región. En esta fase, se utilizaron técnicas de fabricación de adobes con tierra, además de ladrillos y comales de acero. Para su futura instalación en Colima, se contempla el uso de ceniza volcánica y sal, debido a sus propiedades térmicas.
Más que diseñar una estufa, se diseñó en comunidad, con una visión que honra y fortalece la cultura viva que habita en estas cocinas.

La estructura se construyó con loza de concreto, ladrillos cocidos y adobe elaborado con tierra, arena y paja de la región.
Al igual que la estufa Patsari —desarrollada por la UNAM en colaboración con comunidades purépechas—, este diseño pone el conocimiento en práctica y documenta cada paso, con el propósito de aportar aprendizajes útiles al campo del diseño social y sustentable.

“Lo importante de este proceso de aprendizaje es documentar para transmitir el conocimiento al siguiente paso», puntualizó Raúl Díaz, profesor del PAP.

Lo valioso de la prueba fue la participación activa de las cocineras, verdaderas expertas en su oficio, quienes se mostraron entusiastas al usar la estufa, pero también muy críticas y propositivas. Señalaron áreas de mejora, como optimizar la cámara de combustión para permitir una mayor entrada de oxígeno, o añadir una apertura lateral que reduzca el humo y mejore su eficiencia.
El siguiente paso es construir una estufa en una de sus cocinas, incorporando los ajustes y aprendizajes derivados de esta prueba piloto.

Como parte de la visita, se montó la exposición “PAP Diseño Con-Vivir”, que reunió a estudiantes, integrantes del colectivo Mujeres del Fuego y otros visitantes en una experiencia que invitaba, literalmente, a entrar hasta la cocina.
La muestra se ambientó con elementos representativos de la cocina tradicional colimota: semillas de parota, cacao, sal de Colima, diversas variedades de chiles, maíces y flores de jamaica, entre otros ingredientes que evocan saberes y sabores ancestrales.

También se presentaron avances de la propuesta gráfica y del uniforme, prototipos de estantes portátiles para la venta de productos, una vajilla de barro, un recetario coleccionable y la señalética de la Ruta Gastronómica Mujeres del Fuego, que ya se encuentra instalada en varias de sus cocinas.

Este proyecto es fruto de años de trabajo continuo y de la participación de generaciones de estudiantes. El siguiente reto será enfocar los esfuerzos en su viabilidad económica, con la apertura de la primera tiendita de las Mujeres del Fuego, un espacio diseñado para generar ingresos que ayuden a financiar sus necesidades y fortalecer su autonomía.
En el próximo semestre, se sumarán al PAP estudiantes de Ingeniería en Alimentos, quienes contribuirán a ampliar el catálogo de productos, cumpliendo con la normativa de sellos, siempre considerando los recursos y tecnologías disponibles en la comunidad.
“Reconocemos que estos grupos están dando la lucha por nosotros: trabajando, organizándose, luchando para preservar el patrimonio cultural, la identidad que nos fortalece a todos como mexicanos, como comunidad, y que nos llena de orgullo. Y, por tanto, nos otorga una tremenda confianza sobre lo que somos”, concluye Raúl Díaz, profesor del PAP.
