Desafiar los estigmas: una reflexión sobre el término “gorda” 

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La gordofobia se da tanto en hombres como en mujeres, sin embargo, afecta especialmente a las mujeres, quienes experimentan con mayor frecuencia el rechazo y estigmatización por sus cuerpos.

La gordofobia, entendida como una forma de discriminación hacia los cuerpos grandes, ha cobrado relevancia en las conversaciones sobre inclusión y diversidad corporal. Dana Valle Galindo, estudiante del Doctorado en Investigación Psicológica, desarrolla su tesis doctoral sobre cómo el rechazo social hacia las personas con sobrepeso trasciende la apariencia física e impacta en sus derechos y oportunidades. 

En su trabajo, también reflexiona sobre el lenguaje utilizado para describir los cuerpos al mostrar cómo términos como ‘gordo’ u ‘obeso’ han adquirido connotaciones negativas que refuerzan estigmas y limitan la libertad de quienes viven con sobrepeso. 

¿Qué es la gordofobia? 

Contrario a lo que podría sugerir el término, Valle Galindo explica que la gordofobia no es un miedo irracional, sino una forma de discriminación contra los cuerpos grandes. “Es un rechazo a los cuerpos que no son aprobados socialmente”, enfatiza. Este rechazo se manifiesta no solo en la forma en que la sociedad actual percibe a los cuerpos gordos, sino también en cómo los trata y nombra.  

La gordofobia se da tanto en hombres como en mujeres, sin embargo, afecta especialmente a las mujeres, quienes experimentan con mayor frecuencia el rechazo y estigmatización por sus cuerpos. En gran medida, esta crítica proviene de otras mujeres, lo que genera un círculo de juicio y presión social que fortalece los estándares hegemónicos de delgadez y belleza como ideales inalcanzables. Así, las mujeres no solo son las principales receptoras de esta discriminación, sino que también se ven inmersas en una dinámica dual, donde el rechazo se refuerza entre ellas mismas. 

¿Decir gordo o gorda está bien o mal? 

El lenguaje que usamos para referirnos a los cuerpos no es neutro y tiene un impacto significativo en las personas, especialmente cuando hablamos de términos como ‘gordo’ o ‘gorda’. 

Uno de los puntos clave que aborda la doctoranda en su investigación es el uso de las palabras. Aunque en su definición se trata de un adjetivo para la descripción física de una persona, la palabra posee una connotación negativa al punto de llegar a ser considerada como un insulto. «Se asocia a la falta de autocuidado, a no ser suficiente, a no encajar en este mundo», explica Valle Galindo. Esta idea de insuficiencia afecta a quienes viven con sobrepeso en múltiples aspectos de su vida. Desde la infancia, cuando comienzan a ser señaladas, hasta la juventud y adultez, cuando enfrentan discriminación en la escuela, el trabajo o en sus relaciones personales.


«Se les enseña que sus cuerpos están mal y, por lo tanto, deben esforzarse por corregirlos, limitando su libertad para disfrutar de la vida». 


Por su parte, el término ‘obeso’ u ‘obesa’ proviene del ámbito médico y su uso suele ser inadecuado fuera de su contexto. En medicina, la obesidad se clasifica mediante el índice de masa corporal y describe un nivel específico que puede representar un riesgo para la salud. Sin embargo, fuera de este contexto, su uso puede resultar estigmatizante, reduciendo a las personas a una condición médica y no reconociéndolas en su individualidad. 

Valle Galindo ha encontrado en su investigación que muchas personas con sobrepeso han relacionado el término con algo negativo al punto de llevarlas a vivir bajo constantes restricciones, tanto físicas como emocionales. Se les enseña que sus cuerpos están mal y, por lo tanto, deben esforzarse por corregirlos, limitando su libertad para disfrutar de la vida. 

Sumado a ello, existe el impacto emocional y psicológico. Para muchas personas, expresiones como ‘me siento gorda’ suelen ir más allá del peso y reflejan incomodidad con uno mismo. 

Por otro lado, en la jornada de análisis y reflexión sobre la gordofobia, organizada por la Universidad del País Vasco, médicos, nutricionistas, activistas y periodistas debatieron sobre el significado del término ‘gordo’ y ‘gorda’, así como sobre su uso por parte de la comunidad médica, de los medios de comunicación y de las redes sociales.  

En los conversatorios se generó controversia, ya que muchas personas no se identifican con el término “obeso”, y un creciente movimiento social aboga por el uso de “gorda” como adjetivo descriptivo y no peyorativo. Al respecto, algunas personas opinaron: “Gordo no es un insulto, es un adjetivo. No usar la palabra hace que se convierta en un tabú y se siga utilizando para herir”. 

De ahí la importancia de reflexionar sobre el uso de este término, pero sobre todo de cuestionar la necesidad de etiquetar los cuerpos ajenos. Combatir la gordofobia implica visibilizar la diversidad corporal, despojarse del prejuicio y avanzar hacia una sociedad donde todas las personas, sin importar su tamaño, se sientan plenas y valoradas.

El movimiento body positive 

En Latinoamérica el activismo contra la gordofobia es reciente, aunque este tuvo su origen en las décadas de los años 60 y 70, durante el auge del movimiento feminista, cuando se comenzó a cuestionar la opresión de las mujeres en los estándares de belleza impuestos y poco realistas. 

En países hispanohablantes, el movimiento contra la gordofobia cobró fuerza hace poco más de una década en países como México, Chile y Argentina a través de internet, centrándose sobre todo en las redes sociales.  

Si bien estos espacios digitales han dado visibilidad a formas diversas de cuerpos, Valle Galindo advierte que la inclusión es parcial. “Hay más cuerpos grandes, pero pareciera que solo son cuerpos hegemónicos extendidos”, señala. Las estrías, las marcas del estómago y otras características reales de los cuerpos grandes siguen siendo omitidas en la representación mediática. 

Vivir la gordofobia en carne propia 

La teoría y la investigación ofrecen un marco valioso para estudiar y entender fenómenos como este, sin embargo, la realidad de la vida cotidiana puede ser muy distinta. Las consecuencias de este estigma se manifiestan no solo en el trato social, sino también en las experiencias cotidianas de las personas, como lo demuestra la historia de Marisol.


«En las familias se da mucho recibir comentarios de: ‘¿Te vas a comer otro plato?’, ‘Ya estás embarneciendo, ojo con la comida’, o ‘Esa ropa no te queda como antes, deberías bajar de peso»


Marisol Cuevas, cuyo nombre real se mantendrá oculto por razones de confidencialidad, tiene 30 años y comparte que un tratamiento médico con antibióticos cambió significativamente la forma y tamaño de su cuerpo. Ella explica que este cambio fue durante la preparatoria, cuando le realizaron una cirugía y comenzaron a recetarle ciertos medicamentos. A partir de ese suceso, se transformó la relación con su cuerpo, la percepción y la aceptación de sí misma en áreas tan cotidianas como elegir su ropa: “La mayoría de las marcas que están aquí en México son americanas o europeas, y los cuerpos son diferentes. No hay marcas mexicanas que estén hechas al cuerpo de la mujer mexicana o latina convencional”, señala. 

La violencia interna en el entorno familiar también fue tema de conversación, ya que en su caso influyó en la percepción de su cuerpo: “Los comentarios, que se suponen son constructivos, en realidad son esos chinga quedito. En las familias se da mucho recibir comentarios de: ‘¿Te vas a comer otro plato?’, ‘Ya estás embarneciendo, ojo con la comida’, o ‘Esa ropa no te queda como antes, deberías bajar de peso’».

Este tipo de microagresiones son ejemplos claros de cómo la gordofobia se manifiesta en entornos familiares, perpetuando el rechazo a los cuerpos diversos.

La autopercepción también ha sido un tema clave para ella. Comenta cómo la terapia y conversaciones con amigas le han permitido cuestionar esas voces críticas internas. Este proceso, señala, le ha dado una nueva perspectiva sobre los comentarios, tanto internos como externos, y la ha llevado a reconocer y desafiar las críticas que antes asumía sin cuestionar. “Me di cuenta de que tenía mucha violencia interiorizada. Me veía al espejo y me decía: ‘¡Ay no, fatal!’, ‘¡Ay no, ve cómo se me ven las piernas y la panza!’. Entonces comprendí que no era mi voz, sino la de mi mamá, la de mis tías. Esto me ha ayudado a ser un poco más compasiva conmigo misma y a no juzgarme tanto”, comparte Marisol.

Repensar el lenguaje y el trato hacia los cuerpos diversos 

La entrevista con Dana y Marisol invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con las personas a nuestro alrededor y, en particular, cómo hablamos de sus cuerpos. La invitación es a cuestionar la percepción y el trato hacia las personas en general al proponer un enfoque de respeto y dignidad en todos los espacios, desde las interacciones cotidianas hasta el diseño de políticas públicas inclusivas.  

Sin embargo, Marisol señala que, aunque ‘gorda’ no debería ser un insulto, en la práctica muchas personas lo perciben así debido a su uso común como agresión. Para ella, ‘persona con sobrepeso’ resulta una alternativa menos intimidante: “Lo correcto y menos estigmatizante para mí, sería ‘persona con sobrepeso’, porque primero es una persona y después es una característica física. No es un defecto, ni una virtud”.

Finalmente, Marisol nos invita a reflexionar: “El día que te entiendas y conozcas a fondo, te va a importar menos lo que piensen los demás. No tienes que caber en ninguna caja; ser alto, delgado, moreno o blanco, no define tu valor. Entiéndete y muévete en la vida con esa seguridad. No hablemos de los cuerpos ajenos, no es tema», concluye.

Para saber más  

Rodríguez González, M. (2024). Llámame gorda, no me llames obesa. Universidad del País Vasco. https://www.ehu.eus/eu/-/llamame-gorda-no-me-llames-obesa 

Gaceta CCH UNAM. (n.d.). El movimiento Body Positive. Gaceta CCH. https://gaceta.cch.unam.mx/es/el-movimiento-body-positive